A propósito de una nota de la economista Andrea Burstin.
(Abordando eso gris, que parece la teoría).
Publicado en El Observador de Montevideo del 3 de febrero de 2022
MORIR DE ÉXITO
“Nunca pensamos que seríamos tan exitosos y que podríamos crecer al nivel que lo hicimos en 2021” decía hace unos días la directora del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
A menudo las situaciones límites nos dejan pocas dudas con respecto a los cursos de acción. En un incendio en lo primero que pensaremos es en salvar la vida de nuestros seres queridos y la nuestra. Del mismo modo en la pandemia, el mundo actuó de manera muy coordinada y con pocas vacilaciones, aunque con ligeras variaciones para evitar el colapso sanitario y económico.
Mirado en retrospectiva, hubo un muy buen diagnóstico y tratamiento: lo sanitario y lo económico eran simplemente dos términos de la misma ecuación. Continúan siéndolo y del correcto diagnóstico y tratamiento de la situación sanitaria, depende la salida económica.
En lo sanitario en una primera etapa se implementó un amplio abanico de medidas más o menos coercitivas que apuntaban a la reducción de la movilidad y en una segunda etapa, con la irrupción de las vacunas, se desplegaron fuertes campañas de vacunación. En lo económico, se intentó impedir una recesión económica que terminara enquistándose. Numerosos programas de ayuda mantuvieron desde el lado de la demanda las ayudas a las familias y a los empleos y también desde el lado de la oferta en mayor o menor grado se apoyó a los sectores más tocados por los cierres impuestos.
Hoy la situación sanitaria es muy distinta y los desafíos en lo económico son otros. Aunque aún aparecen nuevas variantes, no parece que el bosque se vuelva a prender fuego y tímidamente va creciendo la lista de países dispuestos a dar vuelta la página, declarar el coronavirus como una enfermedad endémica que se seguirá cobrando vidas (como tantas otras con las que convivimos), pero con tasas de letalidad mucho más bajas gracias a las vacunas. Con cifras de fallecidos que representan un porcentaje cada vez menor del número de casos, surge la interrogante sobre la utilidad de esta última variable como guía para transitar esta nueva etapa. La capacidad de testeo está tocando fondo en muchos puntos del planeta. Del mismo modo que seguramente lo haría si en los meses de invierno deseáramos testear a todo individuo susceptible de ser portador del virus de la influenza.
En lo económico, ante una demanda a la que se le suministró grandes cantidades de oxígeno durante los meses pandémicos, la oferta, aún limitada y con cuellos de botella en muchas cadenas de producción y distribución, no es capaz de responder. Numerosos sectores de la economía se ven restringidos por la cantidad de trabajadores aislados dadas las actuales políticas sanitarias. El fantasma de la inflación, un fenómeno que habíamos eliminado del debate económico en los últimos años, está amenazando desde hace meses a varias regiones del globo.
Esta película ya la hemos vivido otras veces y no se puede desconocer la peligrosidad de la inflación. Es raro que no traiga aparejada una pérdida del poder adquisitivo para los asalariados, aun contando con mecanismos de indexación que pueden acentuar más la escalada de precios y acaba siendo peor el remedio que la enfermedad. La inflación genera además, un entorno mucho más inestable para la inversión. En países con monedas más débiles se suma a este escenario, una huida desde las monedas locales a otras más fuertes, provocando fuertes desequilibrios.
A la escasez temporal de recursos humanos debido al coronavirus, se suman cambios que parecen más estructurales. Pensar que todas las capacidades productivas volverían a ponerse a pleno funcionamiento como si simplemente se tratara de encender un interruptor, fue un gran error de cálculo. Han pasado ya casi dos años. Ha habido grandes cambios en el mercado laboral. Han surgido nuevas oportunidades y algunos trabajadores no volverán a sus antiguos puestos porque encontraron opciones más atractivas. La crisis de los camioneros en algunos mercados, como el estadounidense o el británico, es un buen ejemplo de ello.
La Reserva Federal en Estados Unidos ya ha dado señales claras que subirá tipos de interés y puede que en unos meses el Banco Central Europeo vaya por el mismo camino. Aun así, puede que no alcance con calmar la demanda, y las subidas de tipos solo peguen un frenazo a la recuperación sin lograr resolver los cuellos de botella en todas las cadenas de suministro para controlar la inflación.
Urge saber si la comunidad científica considera que podemos dar vuelta la página de manera controlada en lo sanitario, y que sin poner en riesgo la salud pública, se puede prescindir ya de los testeos masivos y las políticas tan rigurosas de cuarentenas y aislamientos, reduciendo así las interrupciones en la economía. Algunos países ya consideran empezar a transitar por esa vía. Realinear las políticas sanitaria y económica no es menos importante en esta salida de lo que lo fue en los meses más duros de la pandemia. No sería buena cosa después de capear semejante tormenta, acabar en el plano económico, muriendo de éxito.
Al enfermo le están dando opio, y se siente mejor, como saliendo de lo anterior.
Las economías en sus líneas predominantes ya no se dirigen desde los Estados, se dirigen desde los conglomerados empresariales multinacionales que además están en pugna por el agostamiento de la tasa general de ganancias que se expresa de mil maneras, hasta en la baja de la calidad y de la remuneración del trabajo que tiene el común de la gente.
Pero además porque cada vez hay ricos más ricos, y pobres cada vez más pobres y aumentando en su número.
El centro del capitalismo se está desplazando hacia China y su entorno, y están desarrollando en una superficie enorme del planeta la continuidad del libre comercio que es una fuente de succión hacia el resto de la economía mundial.
A partir de esto surgen fenómenos políticos que inexorablemente van a cambiar el mundo.
En la sede de los otrora viejos imperialismo ha quedado una estructura económica que fue predominante en el mundo, esa estructura económica esté emparentada con la nueva que se desarrolla en la nueva zona de libre comercio, son sus orígenes como en los siglos anteriores el desarrollo de EE.UU. provenía del Reino Unido. Tiene sus propios intereses y los defiende, para ello han recurrido a una medida que les da oxigeno pero que los acerca a una crisis con muchos aspectos de la 1929, que hoy se expresa en la inflación, que es producto de la emisión monetaria sin respaldo.
A mí lo que me asombra – aunque no tendría, porque han hecho tantas cosas- es que los economistas no hablan de la emisión monetaria sin respaldo como que el mundo pudiera bancar sin consecuencias tamaño desaguisado, o mejor dicho semejante medida para salvar la rentabilidad – acotada en el tiempo- de un núcleo de grandes empresarios que han quedado sujeto a los aparatos económicos nacionales de esta comunidad.
Que lo sectores de pensamiento progresista no hablen parece una enfermedad endémica, aparentemente la cosa marcha bien, la gente consume y tiene para consumir, algo parecido pasó cuando previo a la primera guerra mundial el sector mayoritario de la socialdemocracia europea votó los créditos de guerra. Además están atrincherados en los Estados, viendo cuantos votos pueden sacar y cuantos cargos en la administración del Estado le corresponden
Jorge yo creo que estás confundiendo una emisión monetaria sin respaldo, a lo Argentina, que claramente es inflacionaria, con mecanismos de financiamiento del Estado, con los cuales el Estado se endeuda y no puede hacerlo eternamente y alegremente. Mecanismos que resultaron todos estos años bastante inocuos en cuanto a la inflación. Venimos de muchos, muchos años sin inflación. Por un lado propiciado por las tasas tan bajas de interés, los estados se estaban financiando a tasas muy bajas. Pero además con la incorporación de China a la economía mundial, del lado de la oferta las capacidades productivas habían pegado un salto importante. Hoy el escenario es otro y a eso apuntaba mi artículo. La oferta está atorada por varios puntos pero se desatascará en los próximos meses seguramente si entramos en una fase endémica del virus. Los gobiernos tienen el desafío de ir reduciendo deuda, porque con tasas de interés claramente al alza será complicado mantener los niveles actuales de endeudamiento,
“Jorge yo creo que estás confundiendo una emisión monetaria sin respaldo, a lo Argentina, que claramente es inflacionaria, con mecanismos de financiamiento del Estado”,
En Argentina, como en Uruguay y como en casi todos los países de este continente, salvo EE.UU. y Canadá, hay una doble circulación de moneda. Los dueños de la producción manejan dólares, el resto la moneda nacional. Los impuestos se pagan en la moneda nacional.
Los estados a su vez son presionados a devaluar lo que produce el ajuste inmediato en sus ingresos y en los salarios y las pensiones. Cuando un país trata de defender su moneda se produce lo que ahora se marca en Uruguay “que es un país caro” porque las retribuciones a nivel nacional no han caído en relación con la “moneda fuerte” como en el resto de los países.
En todo el litoral uruguayo la gente cruza a Argentina, para hacerse todo tipo de atenciones: lente, dentaduras, tratamientos médicos…
En Ecuador, agobiada por la crisis un sector de la derecha en el gobierno eliminó la moneda nacional, Correa en el gobierno criticó la medida pero no pudo salir de ella.
Hace poco tiempo Maduro, declaró: si la gente entiende que defiende su trabajo cobrando en dólares el gobierno no se va a oponer, nosotros no somos dogmáticos.
EE.UU. ha aprovechado las diferencias monetarias para expoliar a los trabajadores de estos países. Y los gobiernos nacionales no han tenido el coraje de afrontar la realidad. Ahora es el momento en que por la inflación en EE.UU. el tema se va a replantear.
Uds. hasta ahora no han vivido esto, se trabaja y se comercia todo con “moneda fuerte”
Para los países con monedas menos fuertes el riesgo de una inercia inflacionaria es mayor. En el norte mi impresión es que una vez destrabados algunos nudos del lado de la oferta y enfriando con subidas de tipos la demanda, la inflación no será un problema mayor. Me preocupa más que el enfriamiento se pase de rosca.
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 4 de febrero de 2022.-
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