[:es]A PROPÓSITO DE UN EDITORIAL DE “EL TELÉGRAFO” [:]

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A PROPÓSITO DE UN EDITORIAL DE “EL TELÉGRAFO”

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

No siempre, pero leo los editoriales del diario de mi ciudad natal como un ejercicio para saber en qué están. Es lo que he hecho con el de hoy domingo 20 de diciembre del 2020.

Mi incapacidad en el mundo de la tecnología –ni tener al lado a algunos de mis nietos, que tal vez si lo pudieran hacer- hace que no les reproduzca el editorial, pero quien dice que no me lo manden por separado los amigos de “El Telégrafo”.

El editorial refiere a la crisis económica mundial que ha sido agravada por la pandemia.

A su vez sin definirlo cifra esperanzas económicas en la notoria recuperación de China y su entorno y analiza las posibilidades de estos países en función de esa realidad.

Ahora veamos que está pasando. China y su entorno son hoy hacia donde se está desplazando el centro del libre comercio y del capitalismo mundial, con el agregado de la concreción de una zona de libre comercio que es la mayor en la historia de la humanidad.

En el gobierno de China y de varios países del entorno está el Partido Comunista. Algún despistado nos podría decir: “pero eso no es comunismo”, como si el comunismo o el socialismo pudieran desarrollarse en un solo país o aún en una sola zona. Lo que han hecho estos Partidos Comunistas es poner sobre la base de su acción a través del Estado ligados al desarrollo del mercado mundial, beneficiando a sus pueblos. Nada diferente de los objetivos de Lenin o si se quiere ya más polémicos, de los de nuestro Batlle y Ordoñez. Por supuesto que nada de ello sin profundas crisis y contradicciones como está ocurriendo con Corea del Norte muy estimulada a su vez por la derecha universal para alentar las contradicciones en las corrientes de izquierda del mundo que no atinan a una explicación coherente.

Lenin fue derrotado materialmente no en 1989 con la caída del muro de Berlín, sino en 1924, año en que se inicia en la URSS un retroceso ideológico que termina con todos los dirigentes de la revolución, salvo Stalin y su burocracia que la conducen a la encrucijada de la segunda guerra mundial. Batlle lo vio con claridad en su editorial a la muerte de Lenin.

Pero volvamos al mundo de hoy en que un editorial busca sin poder desarrollar correcciones a la política que se está aplicando en el mundo, una salida para nuestra jaqueada economía.

¿Cuáles serían entonces las correcciones a aplicar? La Ministro Azucena Arbeleche habló de Keynes, y nosotros pensamos aún con la humidad de nuestros conocimientos que ahí hay un esbozo de salida.

¿Por qué? Porque hoy prima en el mundo el desconcierto monetario. EE.UU. y la Unión Europea emiten sus monedas con la autorización de las autoridades financieras universales en forma demencial, para desahogar sus economías y eso se paga y se paga con hambre y enfermedades por parte de los pueblos del mundo.

Hoy que los pueblos cobren sus salarios y pensiones en monedas nacionales y la producción se cotice en moneda “fuerte” es una fuente constante de deterioro de la sociedad. Hay que ir la moneda única y universal como lo proponía Keynes a la salida de la segunda guerra mundial.

Keynes además hablaba de la eutanasia del rentista. Hoy el funcionamiento de la economía mundial depende de una rentabilidad en permanente caída.

Necesitamos que la predominancia del modo de producción capitalista, que se ha dado imponiendo las condiciones de esa rentabilidad, muera en paz. Defender la eficiencia, combatir el burocratismo estatista, pero a la vez disponer por los organismos financieros internacionales de recursos dirigidos a la salud, a la vivienda, a la educación, al trabajo recaudados sobre la base de impuestos en el giro del dinero, ninguna operación que no esté debidamente registrada, donde la sociedad democráticamente lo determine, puede ser legal, hay que dar muerte a los paraísos fiscales y con ello a todas las lacras sociales que acompañan su existencia. Hay que dar muerte a los sistemas fiscales basados en el consumo, los salarios y las pensiones.

En síntesis el editorial grafica una realidad pero no desarrolla herramientas para poder encararla y hacer de que se cambie en beneficio de toda la gente.

¿Qué es lo más grave?: que los partidos políticos, las organizaciones sindicales, sociales, religiosas…no están eso. Y cuanto más se demore peor. ¿Y quién no nos dice que sea el propio “El Telégrafo” que encabece un movimiento para que por los menos se debata el tema?

Como se hizo –y se hizo muy bien- hay que convocar también en esto a los científicos a que aporten sus conocimientos.

Jorge Aniceto Molinari.

Montevideo, 20 de diciembre de 2020.-

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