NO SE PUEDE SEPARAR.

NO SE PUEDE SEPARAR.

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

Difícil, pero voy a hablar de Esteban Valenti, del compañero, del camarada. Y voy a hablar porque es fundamental para la izquierda uruguaya y tal vez mucho más allá de fronteras, tratar de entender el rol que cumple, cumplió y cumplirá, más allá de la vicisitudes humanas, que nos conmueven, solidarizan, como es la pérdida de un hijo y de un hermano por consecuencias de una pandemia que estamos soportando y en la que todos hemos sido envueltos en circunstancias tremendamente duras para el desarrollo de la vida.

En el caso de Esteban su reacción militante ha sido ejemplar, ha recurrido a la gente, se ha expresado, una vez más como en todas las oportunidades que interpretó el sentir colectivo, debe sentirse respaldado y acompañado, más allá de los resentimientos menores producto de las asperezas de la vida, en que sentimos hay pérdidas irreversibles.

Narraba días pasados, que en mi vida recordaba con emoción la posibilidad que la vida militante me había dado de poder hablar mano a mano con uno de los compañeros más destacados de la vida política del país, como lo fue Jaime Pérez. Con Jaime pude hablar en un plano en el que él me ubicó de militante a militante.

Con Esteban no ha sido así, solo creo haber hablado una vez por más de 50 minutos, a mi pedido, y donde prácticamente el monopolizó la palabra para explicar su punto de vista y tratar de comprometer el mío. En lo personal cuestionaba que un proyecto nacional tuviera como eje el precio del hierro- del acero-. Pero no estaba seguro y quería tener más opiniones, sino seguramente debía ser otra mi reacción.

Es esta además una característica bastante generalizada en la izquierda, y extendida a la forma que se hace política, en general, que trató de romper Seregni y que en cierta medida lo logró en su momento, pero que hoy predomina de nuevo claramente, como algo que tendremos que nuevamente romper.

Muy distinto al Uruguay de la época de Batlle, de los clubes, de los ateneos, de los sorocabanas, montevideos, en que el debate caminaba por las calles.

Dicen los que saben, que en el planeta no hay dos seres humanos con huellas dactilares idénticas. Lo amplio y afirmó: no hay tampoco dos seres humanos que piensen idéntico.

Si habrá entonces que andar para armar el hacer colectivo, del que en definitiva somos su hechura, del desarrollo de su base material, mal que les pese a los idealistas, – pero que nunca falten-.

Con Esteban sin duda mantenemos importantes discrepancias, y ¿con quién no?, lo que pasa es que en los últimos tiempos y fruto de ese su rol de importancia en la lucha política, hay quienes se dedican a cobrar cuentas más que a abrir un análisis político objetivo que ayude a todos.

Mi tarea – y perdón por utilizar la primera persona- es la de abrir a través del programa la comprensión de donde estamos hoy en el mundo.

Un programa que no niega la lucha de clases, sino que parte de su existencia, y que asume que las conquistas democráticas para afirmarse como tales deben partir de la democracia económica, y que mientras tanto el mundo no saque conclusiones definitivas del desarrollo final de la predominancia del capitalismo como resultado de la zona de libre comercio más grande de la historia, que además apunta a que todo el mundo lo sea dando fin a las fronteras económicas nacionales, debe exigirla en cada país.

En el Uruguay por ejemplo no hay democracia económica, se atemperó la dictadura económica durante los 15 años del Frente, – pagaba el IVA, por ejemplo, aportando para la seguridad social alguien que no se iba a poder jubilar- , pero cambió el gobierno, vino la pandemia y otra vez hay 100.000 pobres más.-

Es esta la razón –tal vez más importante – de porque se juntaron tantas firmas con el tema de la LUC, se va a poner en juego la vigencia de ese cambio de política, pero a la vez sin definir cuál es la otra política que necesitamos.

En todo esto Esteban, como antes, es un imprescindible, aún en medio de los golpes y de las discrepancias.

La solidaridad, el abrazo, con el compañero, y a la vez un te necesitamos hermano.

Jorge Aniceto Molinari.

Montevideo, 11 de agosto de 2021.

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