(Abordando eso gris, que parece la teoría).
En Brasil por sus características siempre ha sorprendido, al no analizarse las vicisitudes de su economía, Brizola de derecha termina en la izquierda, Lacerda de izquierda termina en la derecha.
El empresariado de San Pablo que combate a Lula como dirigente sindical luego lo apoya para propagandear la marca Brasil en el mundo, pero luego lo hace caer y ahora no sabe qué hacer.
Hoy Bolsonaro está en medio de una crisis muy profunda, que para un sector de la economía de Brasil ya se vislumbra como la necesidad de incorporarse al libre mercado mundial comandado entre otros por China, y para otros como la mera disputa de cargos en un gobierno que por ahora no tiene rumbo.
Si hacemos una “abstracción” equivocada la disyuntiva es entre democracia y dictadura, cuando lo que está en juego antes es el rumbo económico de Brasil, sin cuya solución la democracia no es posible.
Por ahora la izquierda posterga la discusión programática en aras a que es posible recuperar cargos, y puede llegar a ser trágico, porque no importa –aunque si importa- quien lo haga, porque si Brasil se incorpora a la zona de libre comercio e impone sus condiciones – que la zona de libre comercio está en condiciones de aceptar- arrastra al conjunto del continente y pone ante EE.UU. ante una tremenda disyuntiva, incluso estos adalides de dictadura en América podrían llegar a hablar de democracia si conviniera para sus interese espúreos.
Lamentablemente no tengo noticias de que la izquierda esté analizando esto.
Al Fondo Monetario Internacional, aliado ahora circunstancial de los intereses de EE.UU. le convienen los sueños de Alberto y Cristina de un plan propio de desarrollo que les impide ver lo que pasa en el conjunto de la economía del mundo.
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 22 de julio de 2021.
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