MERCOSUR Y DESPUÉS.

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

Las ondas en la economía mundial se dan más rápidas que en la política. Además los adelantos tecnológicos como muy bien los analiza el Ing. Juan Grompone se incorporan a la economía cada vez con mayor rapidez.

El Mercosur está pagando tributo a esta realidad. En un pasado los tratados de libre comercio hacían que el sector privilegiado de la economía –tremendamente reducido – con esos tratados gozara de una posición que solo podía ser respaldada por los servicios del en ese entonces imperialismo yanqui, como ante los habían sido del imperialismo inglés y sus competidores en Europa.

El Mercosur se crea para que las burguesías nacionales amparadas en él puedan delinear su política de desarrollo interno, con un objetivo industrializador. Al él se le fueron sumando por la acción parlamentaria todas las conquistas sociales comunes, si bien las asimetrías son notorias y los atrasos se marcan claramente en la salud, la educación, la vivienda, el trabajo.

Pero los tiempos están registrando un notable cambio. El centro del libre comercio mundial, motor del capitalismo, ya no es EE.UU., y la exigencia de someterse a las reglas de la potencia central tienden a caducar. Esto que parece tan sencillo de explicar, desacomoda a todos, y más particularmente a los encargados de ejecutar la política.

En mi caso, que no soy ciudadano argentino, si me hubiera tocado votar no hubiera tenido dudas en hacerlo por Alberto y Cristina, y porque además la otra opción era desde todo punto de vista insostenible para un futuro posible del hermano país.

Sin embargo creo que la posición de cerrarse al mundo y pretender recrear una realidad industrial nacional o mercosuriana, no solo que es equivocada sino que no permite encarar el mundo hoy de acuerdo a la realidad actual.

Si, antes había que defender a brazo partido la posibilidad de un desarrollo nacional o regional al servicio de que la economía también lo hiciera.

La creación de la zona de libre comercio de mayor espacio en la historia de la humanidad, encabezada por China representa un desafío que el abanico político de estos países aún no ha entendido. Porque se sigue razonando como se razonaba antes cuando existía el imperialismo norteamericano.

Todo indica que el capitalismo centralizado con hegemonía mundial en China tiene como destino convertir al mundo todo como zona de libre comercio, la oposición de EE.UU., la Comunidad europea (euro) y el Reino Unido, con sus capitalismo en enclave nacional que ahora han recurrido a una emisión escandalosa de monedas creemos que están condenados al fracaso, y no porque unos se impongan a los otros, sino porque el mundo necesitará encarar una salida, en la que deberá abordar dos instrumentos –hoy descontrolados- la moneda y los impuestos.

Entonces el Presidente de Uruguay Lacalle Pou tiene razón, aunque no creo que haya consciencia de la trascendencia que le estoy dando. Nada impide que estos gobiernos juntos negocien con esa zona de comercio recientemente creada su lugar en el mundo. Y no para satisfacción puro y exclusivamente de minorías privilegiadas sino del conjunto de la población de estos países.

Lacalle Pou sabe que quien está sacando al Uruguay de la grave crisis de la pandemia en la que se había metido ha sido la ayuda del Presidente comunista de China. Pero sabe también que es ese país el principal destino exportador de una actividad que no ha conocido mermas y a la cual se le permitió desafiar la pandemia.

Entonces porque no agarrar el toro por las guampas y debatir el tema. Como lo proponía el senador Manini Ríos – el mismo que mantiene cuentas con la justicia por el tema de los derechos humanos- llamando a todos los científicos en economía del país para debatir el tema y asesorar a la política que se debe aplicar en esta realidad compleja.

Jorge Aniceto Molinari.

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