[:es]Lo individual y lo colectivo en Hoenir Sarthou.[:]

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Lo individual y lo colectivo en Hoenir Sarthou.

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

En un editorial de «Voces», Sarthou hace el siguiente razonamiento, lo adjunto y luego lo comento.

Lula y la muchacha del metro por Hoenir Sarthou.

La anécdota le ocurrió a una persona que conozco en uno de esos países que nos resultan remotos y culturalmente incomprensibles. Pongamos que fue en Suecia o en Noruega, no recuerdo bien. El hombre –uruguayo él– estaba en el metro y observó que, entre los molinetes que, previa introducción de una ficha de determinado valor, permitían el acceso a la zona de abordaje de los trenes, había una entrada libre, sin molinete o con molinete gratuito. Sin embargo, nadie pasaba por esa entrada. Todos introducían su ficha y pasaban por los molinetes pagos. Intrigado, se dirigió a una chica que limpiaba o cumplía no sé qué función en el lugar (nada cuesta imaginar la cara ancha, el cuerpo robusto, el pelo rubio y la sonrisa candorosa, casi al punto de parecer tonta).

Disculpe, ¿para qué es esa entrada?–

La muchacha lo miró sorprendida, sonrió con mayor candor aun y dijo con naturalidad.

Para que pasen los que no tienen dinero.–

El uruguayo no contestó enseguida. Le llevó varios segundos digerir la respuesta y confrontarla con sus instintos rioplatenses.

Pero… –dijo al fin, intrigado- ¿Cómo evitan que entren por ahí personas que tienen dinero pero no quieren pagar?–

La muchacha volvió a sonreír con cierta inquietud o desconcierto. Arqueó una ceja. Parecía sorprendida. Finalmente dijo con extrañeza:

¿Y por qué alguien iba a querer hacer eso?–


En Brasil, a muchos kilómetros de distancia, el ex presidente Lula está preso. Se lo acusa de muchas cosas, pero está preso por un apartamento lujoso que la fiscalía afirma le fue regalado por la empresa Odebrecht y que Lula y sus partidarios afirman que nunca fue de Lula.

En Brasil pasaron y pasan muchas otras cosas. Tienen un presidente sobre el que pesan acusaciones penales tan o más graves que las de Lula. Es algo común en Brasil, donde tres cuartas partes de los integrantes del sistema político tienen procesos penales abiertos.

Durante los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff ocurrió el «mensalao», por el que casi todos los legisladores cobraron grandes coimas mensuales por votar lo que el gobierno quería, y, más importante aún, ocurrió el multimillonario vaciamiento de Petrobras.

Sin embargo, todos discuten sobre el apartamento de Lula. La fiscalía lo acusa en base al testimonio de los directivos de Odebrecht, que están presos y recibieron promesas de aligerar sus condenas a cambio de sus testimonios. Por su parte, Lula, el PT y sus aliados del oficialismo uruguayo sostienen que hay una conspiración de la derecha para desplazar a los progresismos del Continente, lo cual también puede ser cierto, dependiendo de qué entendamos por «derecha».

Entiendo que judicialmente sea importante saber si Lula se llevó reales, dólares o apartamentos al bolsillo, así como si realmente Dilma no se los llevó. Pero, desde el punto de vista político, es casi irrelevante. Dados el «mensalao» y la ruina de Petrobras, mediante contratos truchos, ¿qué importa si se guardaron la plata o sólo la usaron para comprar votos y financiar campañas políticas?

El efecto social es tan devastador en un caso como en otro. Al punto que discutir sobre el apartamento es casi hacerle un favor a Lula y –claro– también a Temer y a sus socios, que, entre otras cosas, parecen haber estado en primera fila en la nómina del «mensalao».


Como se darán cuenta, paso muy por arribita sobre el tema «Brasil». Es que, cuanta más información intento reunir, más me cuesta conocer los vericuetos de ese monstruo de país.

En otras palabras, escribo para compartir interrogantes más que para comunicar certezas.

Por ejemplo, ¿qué papel juega el sistema de justicia brasileño en esta historia? ¿Es una corporación autárquica acometiendo con mesianismo una función depuradora? ¿Son creíbles esa autonomía y esa limpieza en medio de un sistema institucional y empresarial de corrupción generalizada?

En caso contrario, ¿con qué respaldo actúa? ¿Quién está interesado en el descabezamiento del sistema político y de algunas empresas que, como Odebrecht, se habían comido al Estado y empezaban a comerse al mundo? ¿La oligarquía tradicional que se siente desplazada? ¿Intereses transnacionales? ¿Una mezcla de ambos?


¿La corrupción está destinada a ser la tumba de los «progresismos» latinoamericanos?

Desde una perspectiva de izquierda, es muy tentador sostener que la crisis que amenaza a los progresismos se explica por la esencial inviabilidad de su proyecto: conciliar la instalación del modelo económico global con la aplicación de políticas sociales distributivas, asistencialistas y clientelares.

Es tentador porque en buena medida es verdad. Los proyectos progresistas, teniendo el control del Estado, abren las puertas a la inversión extranjera, exprimen a los sectores productivos y a las capas medias nacionales y, en compensación, mejoran los salarios de los trabajadores sindicalizados y captan con políticas sociales asistencialistas a los sectores sociales pobres y semi marginales.

Obviamente, ese proyecto es, por definición, inestable. Lo es porque la inversión extranjera viene a condición de no aportar impuestos, tener acceso a recursos naturales a bajo costo y no ceñirse a ninguna estrategia nacional. Entonces, tarde o temprano, el dinero no alcanza para pagar la fiesta de la burocracia estatal progresista y, a la vez, asegurar los salarios de los trabajadores sindicalizados, costear la salud y la educación públicas y seguir financiando políticas sociales.

Cuando eso ocurre, se produce una rebatiña. La desesperación por mantenerse en el gobierno lleva a endeudar al país, otorgar a inversores extranjeros concesiones insostenibles, recortar los presupuestos de salud, educación y seguridad social, comprar votos y apoyos, mentir en las cifras y datos estadísticos y desviar fondos para financiar publicidad y campañas electorales.

Los primeros en percibir la inestabilidad son los dirigentes y altos funcionarios del proyecto progresista. Y, en ese contexto, es muy fácil que se inclinen a «hacer la suya» antes de que todo se desmorone.


Decir eso es tentador. Pero no es toda la verdad.

Un gobierno corrupto no puede instalarse ni perdurar si la sociedad, de la que proviene y a la que gobierna, no comparte ciertas características culturales afines a la corrupción.

En el Uruguay, como en Brasil, aunque a nuestra escala, todos los días se denuncian y se descubren casos de corrupción en altas esferas de la administración pública.

Tengo la impresión de que esas denuncias no producen un efecto saneador. Por alguna razón, confirman que hay corrupción en lo grande y, de alguna manera, legitiman que la haya en lo chico.


Es una vieja tradición la de conjurar todos los males con un cambio de gobierno. La militancia política de todos los signos, desde siempre, presupone que su misión es llegar al gobierno para, desde allí, cambiar-mejorar a la sociedad en algún sentido. Quizá ese sea el paradigma que no funciona.

Una larga historia de revoluciones y cambios de gobierno, en América Latina, por no ir más lejos, indica que, más temprano que tarde, las ilusiones de cambio social naufragan en un mar de decepciones, «achanchamientos», «vivezas» individuales, corrupción y autoritarismo.


Pienso en esa muchacha nórdica que no comprendía la razón por la que alguien quisiera acceder al metro sin pagar entrada.

Sí, claro, probablemente sea el resultado de una sociedad rica, en la que «avivarse» resulte una actitud inexplicable o estúpida. Pero tal vez detrás de esa aparente ingenuidad esté la noción de que la «viveza» individual generalizada es en realidad estupidez colectiva.

Durante mucho tiempo pensé que ese estado de espíritu sólo podría producirse tras un cambio social y económico que asegurara a todos condiciones aceptables de vida.

Hoy tengo dudas. Me pregunto si la lucha que tenemos por delante es política, como se ha creído por tanto tiempo, o si es ante todo cultural.

En un mundo en qué términos como trabajo, salario, crecimiento, desarrollo, energía, poder, comunicación y educación van a resignificarse, la pregunta se vuelve cada vez más pertinente.

Mi comentario:

El razonamiento es impecable, cambias al individuo y cambia la sociedad.- Desde el punto de vista idealista es así, cada uno es dueño de su propio destino y con su voluntad puede llegar o no a los fines que se proponga en la vida. Hasta aquí hay similitud con los razonamientos que han llamado la atención en todo el mundo del ex Presidente José Mujica.

Nosotros por otra parte respetando todos los puntos de vista, por su origen humano, partimos de otra forma de razonar, nuestro método es el materialismo histórico.

Esto quiere decir que las conductas humanas tomadas individualmente y colectivamente más allá de circunstancias coyunturales –que siempre hay que tener en cuenta son productos del desarrollo material de las sociedades humanas, que nacen, se desarrollan y mueren, y como además nos acontece a nosotros.

Ignorar esto supone pasar la comprensión de los fenómenos sociales, no al análisis global del proceso sino a la responsabilidad individual de cada uno. La gente individualmente pasa a ser la responsable de lo que está pasando.

Entonces los puntos de un programa para ayudar a la actual predominancia capitalista a morir en paz, pasan a ser los puntos de programa para realizar un proyecto propio y nacional, en que la economía puede ser manejada (estatizada) con consecuencias favorables para la gente. Y aún que funcionó en una etapa de la historia sobre la derrota de Lenin, a la larga conducen a una vía muerta.

Por eso Mujica no volvió sobre lo que dijo en la ONU, hasta ahora ha demostrado que ese discurso está fuera de esta lógica que venimos analizando en Sarthou.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 13 de abril de 2018.

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[:es]Es necesario «filosofar»…[:]

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Es necesario «filosofar»…

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

¿Por qué las cosas son como son?, aquí mi verdad, que ni siquiera tiene un valor definitivo en tanto creo tener adquirido el valor de criticar y de autocriticarme poniendo en duda todo lo que dije y escribí antes.

Marx no era marxista, Lenin no era leninista y sus textos originales formidables –muchas veces en formas de apuntes– por el valor y profundidad con el que abordaban los temas cruciales para el desarrollo humano, están plagados de tachaduras, enmiendas, que muestran su convicción de que lo importante era y es aportar, desprovisto de todo afán que no fuera el progreso de las ideas humanas y vaya que aportaron conceptos que denigrados de mil formas –por propios y extraños– en el crisol de la lucha de clases, a poco de encararlos con seriedad y la profundidad que requieren, afloran en todo su valor.

Dicho sea esto como prologo a mi opinión sobre un hecho que ha conmovido a la sociedad: la prisión del líder del PT brasileño el ex Presidente Lula.

Y en primer lugar mi total solidaridad y respaldo, aún en la modestia personal del mismo, con quién ha sido a lo largo de su vida un formidable y reconocido luchador por los derechos de la gente.

Ahora está claro de que todos debemos aprender de esta experiencia, de lo que acontece con Lula y no hacerlo no ayuda a salir con propuestas claras de todo este embrollo.

El hecho en si pone en discusión todo y cada uno de los enfoques es representativo de cómo se ubica cada quién frente a una crisis irreversible de la predominancia del modo de producción y ya con esto hago una primera presentación que seguramente no es compartida por muchos de los que tienen la gentileza de leerme.

Me dice un amigo: «para construir un mundo mejor, hay que partir de una selección de seres humanos mejores que construyan una», toda una definición, muy extendida particularmente entre los intelectuales, que para nada comparto.

De esto se desprende que Lula debió construir un Partido y luego un gobierno que cuestionara todo lo cuestionable de lo existente, así su gobierno hubiera sido impoluto e incuestionable, incluso por aquellos que pretendieron utilizarlo para el desarrollo de sus negocios. Y vaya si Brasil tiene un engranaje político más que bicenteañero en que todas las corruptelas parecen estar presentes. Es más esa grandeza parece haber sido posible solo con ese amparo de corruptela imperial. Sin embargo cuando llegó Lula en medio de una crisis brutal del sistema, la burguesía brasileña comenzó a soñar con tener a través de él una marca presencial de desarrollo de sus productos en el mundo. Ahora convengamos que el gobierno de la economía mundial, viviendo una aguda pugna por la rentabilidad, podía darle a esa perspectiva muy poca vida, como efectivamente ocurrió u ocurre hoy por ejemplo con la perspectiva que le pueda dar a la experiencia «nacionalista» de Trump y un final presumiblemente también trágico en su agotamiento.

La expresión del entonces Presidente Mujica de que debemos viajar en el estribo de Brasil, tenía en cuenta la coyuntura, pero no la perspectiva de la economía mundial, que si efectivamente encaró en su «olvidada» intervención en el seno de la ONU (septiembre 2013), aunque solo le demos a esta el valor de insinuarlo. También Lula al principio de su gobierno insinuó que iba a recorrer ese camino, el nacimiento del Foro Social Mundial debía hacerlo. Su impulso fue decisivo para que se constituyera y luego también en su decaecimiento.

Lula decidió meter las manos en el barro, ¡y en que barro!, para construir un modelo de desarrollo que el capitalismo mundial pudiera admitir. No fue posible, los plazos y los tiempos necesitan otra respuesta que es sobre la que efectivamente hay que debatir. Y cuando hablo de barro es más que una metáfora, es la realidad política en la que hoy se construyen las esperanzas progresistas de los pueblos. ¿Había otro camino? No, pero se insinuó un programa que luego no se desarrolló, y en el pecado está la penitencia.

También admitamos que desde los resabios del stalinismo aún persisten con proyectos varios, la idea de la estatización de la sociedad y para la cual para estas corrientes solo basta con la voluntad y los «hombres nuevos» dispuestos a su construcción. Amén de pensar en una realidad de la economía mundial idealizada, que no le puede brindar posibilidades porque no existen. Si bien en toda una etapa de la historia, –en medio de dos guerras mundiales– economías estatizadas tuvieron distinta suerte, por la propia existencia de la Unión Soviética, que siempre hemos señalado como apoyadas en el triunfo de la revolución rusa, utilizando la vía no marxista, ni leninista, del capitalismo de estado. Conjunción de avance y tragedia, con todo lo que ello significó en la vida de la gente, el asesinato de los revolucionarios y muchísimos seres humanos en un camino abierto al fascismo.

Para no los que no parecen entender esta realidad, hay un hecho que rompe los ojos, y es el de que el capitalismo embretado en una crisis cada vez más profunda, y necesitado de caminar, aborda hoy su desarrollo universal, apoyado en un país enorme, cuyo principal sostén es el gobierno del Partido Comunista. Como antes lo hizo en otra etapa de la historia en la construcción de EE.UU. como eje mundial del capitalismo.

Que esto no alcanza para darnos la tranquilidad; estamos de acuerdo, pero comprobemos que es un dato muy firme de la realidad y que es sobre él que debemos encarar el futuro. Es más, muchas de las esperanzas «progresistas» están amparadas hoy en esa realidad. Por eso de la vida política china ni la derecha habla, y cuando reciben las declaraciones de Trump, toman distancia. Quién los hubiera visto a fines del siglo 20 a estos mismos actores. El comercio no debe tener banderas nos explican.

Cosas vederes Sancho, diría el Quijote.

Apoyados en este análisis es que decimos que la prisión de Lula, es una prisión política y para resolverse necesita de un programa para el conjunto de la sociedad brasileña y que hoy repercuta en el mundo.

¿Por qué?, porque si no se abre la realidad política que lo condena sobre la base de prácticas que son nocivas para la sociedad, las fuerzas que predominan lo condenan porque ellas se siente ilegítimas sino lo hacen y porque el argumento de que abrió el camino de una vida digna a millones de seres humanos para ellos no es de recibo en tanto la economía tal cual está hoy organizada no lo puede sostener, sienten ahogo fascista y desprecio por todos los otros seres humanos. Hay odio de clase en su proceder.

Y por favor no me vengan con la moralina democratista, de los que en su vida diaria y a través de miles de ejemplo lo están negando; el que esté libre de pecados que arroje la primera piedra. ¿Quién en el Uruguay no evadió impuestos, quién no trabajó o hizo trabajar en negro? ¿Me explico? ¿Es que detrás de la oposición a la bancarización por ejemplo, no están los grandes operadores financieros que aprovechan errores de este proceso para afirmar sus negocios en el micro y gran mercado de los créditos? Negocio brutal de endeudamiento de la gente, y que a estos ni siquiera se atreven a denunciarlos como pasa con el movimiento llamado de los «autoconvocados».

Que debe haber reglas: de acuerdo, pero la punidad en la aplicación de esas reglas tiene el límite de la necesidad social de un programa que permita a la sociedad toda salir de esta etapa de crisis irreversible de la predominancia del modo de producción capitalista.

¿Cuál es el futuro de Lula?: siendo importante debemos saber que ello depende de algo aún más importante y es la capacidad de la izquierda de tener un programa para superar esta etapa de crisis, Lula lo insinuó en el 2001 con el Foro Social Mundial, Chávez lo enriqueció con su aportes, Mujica lo llevó a la ONU en setiembre del 2013, pero luego entramos en un pantano en que si no actuamos el retroceso es evidente. Y en el pantano las conductas antisociales de la corrupción, pesan y lesionan.

Todo esto sin dejar de señalar la existencia de los huevos de la serpiente, y los peligros que ello conlleva en un mundo donde el modo de producción capitalista hace que viva en un estado de guerra permanente. Y si para muestra basta un botón, tomemos las declaraciones militares presionando a los jueces, la conversación de la torre de control con el mando del helicóptero que transportaba a Lula, que son muestras que el fascismo sigue integrando el conglomerado de las conductas humanos posibles.

En este sentido y reconociendo la modestia de nuestros conocimientos, están todas las propuestas que sobre la base de dos herramientas –la moneda y los impuestos– hemos ido desarrollando en todas las columnas anteriores y que pueden consultarse en los archivos de la misma, con un centro: como ayudar entre todos a la muerte en paz de la predominancia del modo de producción que hoy nos está condenando a una vida peor.

Un mundo mejor es posible.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 9 de abril de 2018.

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Lula.

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Lula.

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

Lula.Lula o el papel del individuo en la historia. Podría ser este el título de esta breve nota en la que nos proponemos resumir lo que consideramos el momento político de Brasil y por su peso el momento político de nuestra América. Es una muestra importante además, para analizar lo que hoy pasa en el mundo.

¿Por qué triunfa Lula, en su momento, en las elecciones a la Presidencia de Brasil?, ¿es diferente a por qué triunfa Chávez en Venezuela, o antes Allende en Chile?

El entonces Presidente Mujica, en su momento dio una clave a modo de indicio de lo que estaba sucediendo, de lo que a él le estaba sucediendo: «debemos viajar en el estribo de la economía de Brasil» (se refería a la economía de Uruguay).

Es que en su momento los empresarios nacionales, especie poderosa en su tiempo y en Brasil muchísimo más, pero en por ahora lento proceso de extinción –se viene acelerando–, sintieron antes que nadie, que un proceso de achicamiento en los derechos de la sociedad era también un proceso de acotamiento de sus perspectivas de desarrollo, y apostaron en una coyuntura muy particular del mundo a un desafío que ellos mismo luego calificaron de «populista». También coexisten con estos, los burgueses (y porque no, hasta pequeños burgueses –los medios digitales se los permiten–) que claramente ya han optado por ser parte del capital multinacional y los que tienen huevos en los dos canastos.

En su momento primaron los que querían acomodar los gobiernos nacionales para en una coyuntura económica favorable (los precios de los comodities) vincularse con los mercados del mundo.

Ahora cuando los pueblos comenzaron a sentir el gustito de que algo estaba avanzando, la derecha –sin horizontes– sintió miedo (el llamado miedo de clase) y empezó a activar la posibilidad de los ajustes, aduciendo particularmente la corrupción, corrupción de la que ella había usufructuado en todos los gobiernos anteriores, y que tienen que ver fundamentalmente con la circulación de dinero en sus distintas formas, en el Uruguay las llamadas Safis, pero en el conjunto, los Panamá Papers, o las distintas formas de realizar sobornos al que han sido proclive las empresas particularmente encargadas de los grandes emprendimientos en las obras públicas.

Es cierto. Nuestra izquierda ha sido débil frente a estos fenómenos. Es más, en ella hay sectores que son cómplices directos de lo que han sido una forma de explotación de la economía en una práctica extensiva favoreciéndose de la falta de controles.

¿Pudo llegar al gobierno Chávez en Venezuela sin el apoyo de Cisneros?, ¿pudo Fidel Castro derrotar a Batista sin el dejar hacer del sistema político de EE.UU. y en particular sus «servicios»?, ¿pudo triunfar Lula, sin el apoyo de los sectores políticos que luego se le dieron vuelta?

Pudo el Frente Amplio en el Uruguay llegar al gobierno, sin la mirada esperanzada de amplios sectores medios de la sociedad que aún sin entender añoran al viejo batllismo.

Sin duda que en todos los casos hay una derecha intransigente, antibatllista en el Uruguay, pero por encima de todo anticomunista, que fue franquista primero y luego fascista, pero reducida a sus funciones regresivas, en el terrorismo de Estado, en la dictadura, haciendo daño a la convivencia humana y apostando siempre a la confrontación como modo de justificar su propia vida.

¿Y en la izquierda? No otra cosa ha sido el stalinismo, para justificar la necesidad de un modelo que confronte con el capitalismo, o en un sentido opuesto, el sentimiento libertario expresado en la guerrilla, utilizada preferencialmente por la derecha para desarticular los movimientos sociales. Sentimiento libertario, que siempre anidó en el corazón de la humanidad, y que florece en circunstancias muy especiales como fue el hecho, por ejemplo, de la revolución cubana, que primero estimularon y luego no pudieron encorsetar.

¿Entonces qué salida tenemos?: la programática. El procurar responder a la crisis con un programa que permita poner el aparato productivo al servicio de la gente, que impida las destrucción de lo que la humanidad ha logrado.

En la historia humana, el voto, el voto secreto, la ley de 8 horas, las licencias de distinta índole, los derechos de la mujer, etc., etc. han ido haciendo una base social de reivindicaciones que le han dado al capitalismo también la posibilidad de desarrollarse.

El capitalismo como modo de producción predominante tenía todo el planeta para desarrollarse, y así lo entendieron luego de la segunda guerra mundial los que en Mont Pellerin establecieron toda una estrategia para que las trabas burocráticas estatales no fueran obstáculos al desarrollo. Sabiendo además que la izquierda que había logrado predominar, ya no era leninista sino estatista, y eso favorecía sus planes.

Pero ya no estamos en 1945, y los límites para la expansión capitalista ya son totalmente visibles y se reflejan directamente en la tasa general de ganancias, en el aumento de los paraísos fiscales, en el endeudamiento, en el aumento demencial de la emisión monetaria, en el invento de mil formas de organizar al capital desde el capital financiero para mantener parte de la tasa de ganancia para determinados sectores que actúan como lumpen.

Por eso la especulación que hoy hay en los sectores que gobiernan realmente la sociedad brasileña, es entre la posibilidad de que Lula vuelva a la Presidencia, y la de impedirlo.

El problema es que si Lula y su organización no encaran una ofensiva en materia programática, la crisis tarde o temprano terminará opacando sus posibilidades aún cuando en la sociedad predomine la idea de su retorno a la Presidencia.

En la primera Presidencia, el ordenar la economía ya suponía un avance, pero los compromisos con los distintos sectores que en política expresan la economía capitalista, tal cual hoy predomina en el mundo, era entrar en un rompecabezas que a la larga termina imposibilitando gobernar.

Ahora el programa necesario hoy, tiene que ver con el desarrollo de la economía mundial, no es el programa que permita el desahogo económico de un país, porque si antes estatizando se resolvían problemas coyunturales, hoy ya no queda prácticamente espacio para poder hacerlo, lo que no quiere decir que no se siga haciendo, o levantando muros para beneficios puntuales y acotados en el tiempo.

Hasta ahora toda perspectiva de futuro estaba inexorablemente vinculada a las inversiones, éstas a su vez cada vez eran menos nacionales y más internacionales, por la sencilla razón de que al complicarse las relaciones económicas quienes se manejan en el mundo tienen un espacio del que ninguna economía nacional dispone. Pero también estos espacios están acotados, particularmente por un convidado que no encaja para la salida que la humanidad necesita: la industria de la guerra, acompañada por otras industrias que operan como colaterales como la del medicamento, por mencionar a una de las importantes y dentro de marco de las admitidas legalmente, pero sin desconocer su vinculación con el mundo de la droga, del lavado de dinero, del juego, del tráfico de seres humanos.

El primer punto entonces del programa, hoy más necesario que nunca, es la paz; necesitamos ayudar a la muerte en paz de la predominancia del modo de producción capitalista. Y para ello dos herramientas: la moneda y los impuestos, que los organismos ecuménicos tengan los recursos necesarios para inyectar a la economía de un dinamismo que la falta de rentabilidad capitalista hoy impide. Organizar por medio de la educación, y la salud, la participación de todos en un trabajo organizado con un fin social, y sin la carga burocrática de los Estados, distribuir las responsabilidades con un criterio de rendimiento y eficiencia, con un gran desarrollo del control social.

¿Podrá ser éste el programa de Lula?

A su influjo y el de su Partido nació en el 2001 el Foro Social Mundial, una expresión social formidable que esperanzó en una renovación de la izquierda en el mundo.

En nuestra modesta opinión el evento que viene repitiéndose, no pudo superar la crisis de la izquierda, que se expresó por ejemplo en una de sus mayores demostraciones –en su momento– en la dirección de la revolución española.

El Foro Social Mundial, más allá de declaraciones muy importantes, no se pudo poner de acuerdo en un programa a impulsar. Una vez más por un lado los estatistas y sus modelos confrontativos, o la necesidad de medidas de transición para ayudar a morir en paz a la predominancia del modo de producción capitalista. Lula, aunque no se lo reconoce, vivió esta disyuntiva en el propio gobierno. Porque la corrupción viene incorporada al propio modo de producción predominante, y el convivir con ella supone alguna manera de complicidad, sino se da en el plano programático la perspectiva necesaria del cambio y el combate a esas formas de hacer política.

En el 2001, se organizó una esperanza de izquierda para el mundo desde el Brasil del PT, con Lula a la cabeza, no cristalizó en un programa. ¿Podrán ahora, en un nuevo empuje, nacer las propuestas de transición que ya no deberán estar referidas, no solo en Brasil sino en el mundo que las necesita? Mujica las insinuó en la ONU en setiembre del 2013, y luego el silencio.

El topo de la historia del que hablaban Marx y Engels sigue su tarea, llamando a actores a escena, para un rol protagónico que nos corresponde a todos, aún con un pequeño grano de arena.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 16 de setiembre de 2017.

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Lula.

(Abordant això gris, que sembla la teoria).

Lula.Lula o el paper de l’individu en la història. Podria ser aquest el títol d’aquesta breu nota en què ens proposem resumir allò que considerem el moment polític del Brasil i pel seu pes el moment polític de la nostra Amèrica. És una mostra important a més, per analitzar el que avui passa al món.

Per què triomfa Lula, en el seu moment, a les eleccions a la Presidència del Brasil?, és diferent a per què triomfa Chávez a Veneçuela, o abans Allende a Xile?

El llavors president Mujica, en el seu moment va donar una clau a manera d’indici del que estava succeint, del que a ell li estava succeint: «hem de viatjar a l’estrep de l’economia del Brasil» (es referia a l’economia d’Uruguai).

És que en el seu moment els empresaris nacionals, espècie poderosa en el seu temps i al Brasil moltíssim més, però en per ara lent procés d’extinció –es va accelerant–, van sentir abans que ningú, que un procés d’empetitiment en els drets de la societat era també un procés d’acotament de les seves perspectives de desenvolupament, i van apostar en una conjuntura molt particular del món a un desafiament que ells mateix després van qualificar de «populista». També coexisteixen amb aquests, els burgesos (i perquè no, fins a petits burgesos –els mitjans digitals se’ls permeten–) que clarament ja han optat per ser part del capital multinacional i els que tenen ous en els dos cistells.

En el seu moment van primar els que volien acomodar els governs nacionals per a una conjuntura econòmica favorable (els preus dels comodities) vincular-se amb els mercats del món.

Ara quan els pobles van començar a sentir el gustet que alguna cosa estava avançant, la dreta –sense horitzons– va sentir por (l’anomenat por de classe) i va començar a activar la possibilitat dels ajustos, adduint particularment la corrupció, corrupció de la qual ella havia usufructuat en tots els governs anteriors, i que tenen a veure fonamentalment amb la circulació de diners en les seves diferents formes, en l’Uruguai les anomenades Safis, però en el conjunt, els Panamà Papers, o les diferents formes de fer suborns a què han estat procliu les empreses particularment encarregades dels grans iniciatives en les obres públiques.

És cert. La nostra esquerra ha estat feble davant d’aquests fenòmens. És més, en ella hi ha sectors que són còmplices directes del que han estat una forma d’explotació de l’economia en una pràctica extensiva afavorint-se de la manca de controls.

Va poder arribar al govern Chávez a Veneçuela sense el suport de Cisneros?, va poder Fidel Castro derrotar a Batista sense el deixar fer del sistema polític dels EUA i en particular els seus «serveis»?, va poder triomfar Lula, sense el suport dels sectors polítics que després se li van donar volta?

Va poder el Front Ampli en l’Uruguai arribar al govern, sense la mirada esperançada d’amplis sectors mitjans de la societat que encara sense entendre enyoren al vell batllisme.

Sens dubte que en tots els casos hi ha una dreta intransigent, antibatllista a l’Uruguai, però per sobre de tot anticomunista, que va ser franquista primer i després feixista, però reduïda a les seves funcions regressives, al terrorisme d’Estat, en la dictadura, fent mal a la convivència humana i apostant sempre per la confrontació com a manera de justificar la seva pròpia vida.

I a l’esquerra? No altra cosa ha estat l’estalinisme, per justificar la necessitat d’un model que confronti amb el capitalisme, o en un sentit oposat, el sentiment llibertari expressat en la guerrilla, utilitzada preferencialment per la dreta per desarticular els moviments socials. Sentiment llibertari, que sempre va niar en el cor de la humanitat, i que floreix en circumstàncies molt especials com va ser el fet, per exemple, de la revolució cubana, que primer van estimular i després no van poder encotillar.

Llavors quina sortida tenim?: la programàtica. El procurar respondre a la crisi amb un programa que permeti posar l’aparell productiu al servei de la gent, que impedeixi les destrucció d’allò que la humanitat ha aconseguit.

En la història humana, el vot, el vot secret, la llei de 8 hores, les llicències de diferent índole, els drets de la dona, etc., etc. han anat fent una base social de reivindicacions que li han donat al capitalisme també la possibilitat de desenvolupar-se.

El capitalisme com a mode de producció predominant tenia tot el planeta per desenvolupar-se, i així ho van entendre després de la segona guerra mundial els qui a Mont Pellerin van establir tota una estratègia perquè les traves burocràtiques estatals no fossin obstacles al desenvolupament. Sabent a més que l’esquerra que havia aconseguit predominar, ja no era leninista sinó estatista, i això afavoria els seus plans.

Però ja no estem al 1945, i els límits per a l’expansió capitalista ja són totalment visibles i es reflecteixen directament en la taxa general de guanys, en l’augment dels paradisos fiscals, en l’endeutament, en l’augment demencial de l’emissió monetària, en l’invent de mil maneres d’organitzar al capital des del capital financer per mantenir part de la taxa de guany per a determinats sectors que actuen com lumpen.

Per això l’especulació que avui hi ha als sectors que governen realment la societat brasilera, és entre la possibilitat que Lula torni a la Presidència, i la d’impedir-ho.

El problema és que si Lula i la seva organització no encaren una ofensiva en matèria programàtica, la crisi tard o d’hora acabarà enfosquint les seves possibilitats tot i que a la societat predomini la idea de la seva tornada a la Presidència.

A la primera Presidència, l’ordenació de l’economia ja suposava un avanç, però els compromisos amb els diferents sectors que en política expressen l’economia capitalista, tal qual avui predomina al món, era entrar en un trencaclosques que a la llarga acaba impossibilitant governar.

Ara el programa necessari avui, té a veure amb el desenvolupament de l’economia mundial, no és el programa que permeta l’alleujament econòmic d’un país, perquè si abans estatitzant es resolien problemes conjunturals, avui ja no queda pràcticament espai per a poder fer-ho, la qual cosa no vol dir que no se segueixi fent, o aixecant murs per beneficis puntuals i acotats en el temps.

Fins ara tota perspectiva de futur estava inexorablement vinculada a les inversions, aquestes al seu torn cada cop eren menys nacionals i més internacionals, per la senzilla raó que en complicar les relacions econòmiques que es manegen en el món tenen un espai del que cap economia nacional disposa. Però també aquests espais estan delimitats, particularment per un convidat que no encaixa per a la sortida que la humanitat necessita: la indústria de la guerra, acompanyada per altres indústries que operen com a col·laterals com la del medicament, per esmentar a una de les importants i dins de marc de les admeses legalment, però sense desconèixer la seva vinculació amb el món de la droga, del rentat de diners, del joc, del tràfic d’éssers humans.

El primer punt llavors del programa, avui més necessari que mai, és la pau; necessitem ajudar a la mort en pau de la predominança de la manera de producció capitalista. I per això dues eines: la moneda i els impostos, que els organismes ecumènics tinguin els recursos necessaris per injectar a l’economia d’un dinamisme que la manca de rendibilitat capitalista avui impedeix. Organitzar per mitjà de l’educació, i la salut, la participació de tots en un treball organitzat amb una finalitat social, i sense la càrrega burocràtica dels Estats, distribuir les responsabilitats amb un criteri de rendiment i eficiència, amb un gran desenvolupament del control social.

Podrà ser aquest el programa de Lula?

Al seu influx i el del seu Partit va néixer el 2001 el Fòrum Social Mundial, una expressió social formidable que esperançar en una renovació de l’esquerra en el món.

En la nostra modesta opinió l’esdeveniment que ve repetint-se, no va poder superar la crisi de l’esquerra, que es va expressar per exemple en una de les seves demostracions –en el seu moment– en la direcció de la revolució espanyola.

El Fòrum Social Mundial, més enllà de declaracions molt importants, no es va poder posar d’acord en un programa a impulsar. Un cop més d’una banda els estatistes i els seus models confrontatius, o la necessitat de mesures de transició per ajudar a morir en pau a la predominança de la manera de producció capitalista. Lula, encara que no ho reconeix, va viure aquesta disjuntiva en el propi govern. Perquè la corrupció ve incorporada a la pròpia manera de producció predominant, i el conviure amb ella suposa alguna forma de complicitat, sinó es dóna en el pla programàtic la perspectiva necessària del canvi i el combat a aquestes formes de fer política.

El 2001, es va organitzar una esperança d’esquerra per al món des del Brasil del PT, amb Lula al capdavant, no va cristal·litzar en un programa. ¿Podran ara, en una nova empenta, néixer les propostes de transició que ja no hauran d’estar referides, no només al Brasil sinó en el món que les necessita? Mujica les va insinuar a l’ONU al setembre del 2013, i després el silenci.

El talp de la història de què parlaven Marx i Engels segueix la seva tasca, cridant a actors a escena, per a un paper protagonista que ens correspon a tots, encara amb un petit gra de sorra.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 16 de setembre de 2017.

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[:es]El problema no es la salida de Temer si no…[:ca]El problema no és la sortida de Temer si no…[:]

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El problema no es la salida de Temer si no…

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

Michel Temer.La frase se repite a diestra y siniestra, y también al centro, hay unanimidad.

Preocupa porque creo que todos estamos de acuerdo –no sé si Almagro, que en esto está desaparecido- en que el gobierno de Temer no tiene legitimidad, y su asunción obedeció a la aspiración de las derechas brasileñas de conservar sus privilegios en el seno de esa sociedad, sin medir las consecuencias y las repercusiones que el hecho en sí tiene. Pues convengamos que la trama de la corrupción tiene una historia varias veces centenaria, que no puede ser un justificativo pero si una explicación; un objetivo a combatir, y cambiar, sabiendo además que supera todos los límites fronterizos.

El problema no abarca solo la legitimidad legal, sino qué posibilidades. Esto no pone en cuestión lo de que la legitimidad legal es importante. Si que prácticamente la totalidad del espectro político busca una salida que mejore su propio posicionamiento. Esto en la actual situación de Brasil puede ser una trampa muy peligrosa para el equilibrio de la sociedad toda, pues tal salida sectorial no existe.

Brasil, como EE.UU., como China, y podríamos seguir, también nuestro Uruguay, no tiene futuro económico «propio», lo de la matriz productiva, como le llaman algunos especialistas; lo que se produce se programa para el mundo, en su dimensión y lo que se consume también. Es el gobierno en pugna de los complejos empresariales multinacionales, no de los Estados, como tales, que a ese nivel sólo cuentan en las estrategias de la industria de la guerra.

Juan Manuel Santos con la Paz en la mano.Lo que ahora plantea Fernando Henrique Cardozo, como lo que planteó al recibir el premio Nobel de la Paz el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, como lo que planteó el entonces Presidente Mujica en la ONU en septiembre del 2013; la necesidad de una salida consensuada a los inmensos desequilibrios, en este caso concreto de Brasil es una necesidad más allá de las cuentas que cada uno tiene para cobrar o pagar. También es una necesidad para Venezuela, mal que le pese al comando sur del ejército de EE.UU. o al propio secretario general de la OEA, empeñados en derrocar al gobierno constitucional del Presidente Maduro, pues el camino de los enfrentamientos, es un callejón sin salidas, que es promovido particularmente por la industria de guerra, que a la larga condena a todos, aún los que piensan que por su posición en la sociedad están fuera de los desequilibrios.

La humanidad se cobra sus cuentas aún en los desequilibrios psíquicos, que se producen por ejemplo en militares de EE.UU., en atentados que llaman la atención y no reconocen otra explicación. Abarca además todos los aspectos de la vida, basta analizar el mundo de la cultura, los films actuales en su inmensa mayoría giran en torno a la violencia, superando largamente a los de otra época.

El problema es que se necesita un programa que afronte los desequilibrios; ese programa hoy «la masa crítica» de la sociedad al decir de Esteban Valenti, no los está generando.

Las razones pueden ser múltiples, una de ellas la derrota de los mejores pensadores que la humanidad ha tenido a lo largo de su historia, donde la sociedad sometida a la lucha de clases ha impuesto siempre sus condiciones inmediatas, independientemente de que la vida a la larga se ha impuesto e incluso reivindicado y asimilado las ideas que han significado avance.

Esto es lo que hoy está ocurriendo con el pensamiento más completo conocido, que sobre el capitalismo realizaran Marx, Engels y Lenin –los más destacados-, no existe sobre ellos el accionar precisamente de esa masa crítica.

Lo que conozco me lleva a afirmar que hoy en cualquier universidad del mundo en la que se pregunte sobre el aporte de estos autores, se me dirá, en la mayoría de los casos, una sarta de disparates, que son efectivamente lo que explican que no exista hoy los análisis que necesitamos.

El pensamiento marxista no es confrontativo, tampoco sumiso, sino todo lo contrario, no se propone un modelo que enfrente al capitalismo, sí se propone defender y promover a la gente y en particular a la clase obrera, frente a la predominancia de un modo de producción que inexorablemente y a través de sus crisis está condenado a desaparecer un vez cumplido su ciclo histórico marcado por el agostamiento de la tasa general de ganancia que indica con precisión su estado y en la actualidad su declive.

¿En que se expresa más contundentemente?, en que a la humanidad le son necesarias cosas que para el modo de producción predominante ya no le son rentables. Que explica además la acumulación gigantesca de capitales en los paraísos fiscales que junto con la emisión demencial de papel moneda alimentan una crisis sin salidas para la predominancia del modo de producción capitalista.

Y las soluciones a la crisis pueden llegar a ser tan sencillas, que frente al uso de armas nucleares que parece ser el próximo paso de la crisis, puede parecer una tremenda estupidez no analizarlas.

Primer paso imponer la paz, que la medida monetaria debe ser única y universal, que los únicos impuestos legítimos para atender las necesidades de la sociedad deben provenir de la circulación del dinero, que ninguna operación con dinero pueda ser válida sin estar debidamente registrada en los organismos que la sociedad determine, -lo que significa la muerte de los paraísos fiscales- encarar a nivel multinacional obras que signifiquen una elevación de la condición humana en salud, en educación, en vivienda, en alimentación, uno de cuyos centros es el de utilizar y premiar con una reubicación en la sociedad de toda la mano de obra disponible y la que socialmente se pueda recuperar.

Saber que ayudar a morir a la predominancia del modo de producción capitalista, no supone la muerte del capitalismo, sino el de que la sociedad sobre la base de proteger el aparato productivo debe darse en la transición un nuevo modo de producción –que seguramente se llamará socialista-, que dé nacimiento a una nueva sociedad equilibrada y con una conducta colectiva superior a la que hoy tenemos producto del desarrollo de la predominancia de los modos de producción anteriores. Esto es además lo que ha ocurrido a lo largo de la historia con los modos de producción anteriores al capitalismo.

La tarea es entonces nacional e internacionalmente construir la voluntad política que haga efectiva esta tarea. Es sin duda el mejor homenaje que hoy debemos hacer a los revolucionarios de 1917, que al decir de José Batlle y Ordoñez, abrieron un camino de progreso y esperanza al mundo.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 23 de mayo de 2017.

[:ca]

El problema no és la sortida de Temer si no…

(Abordant això gris, que sembla la teoria).

Michel Temer.La frase es repeteix a tort i a dret, i també al centre, hi ha unanimitat.

Preocupa perquè crec que tots estem d’acord -no sé si Almagro, que en això està desaparegut- en què el govern de Temer no té legitimitat, i la seva assumpció va obeir a l’aspiració de les dretes brasileres de conservar els seus privilegis en el sí d’aquesta societat, sense mesurar les conseqüències i les repercussions que el fet en si té. Doncs convinguem que la trama de la corrupció té una història diverses vegades centenària, que no pot ser un justificatiu però si una explicació; un objectiu a combatre, i canviar, sabent que supera tots els límits fronterers.

El problema no abasta només la legitimitat legal, sinó quines possibilitats. Això no posa en qüestió el que la legitimitat legal és important. Sí que pràcticament la totalitat de l’espectre polític busca una sortida que millori el seu propi posicionament. Això en l’actual situació del Brasil pot ser un parany molt perillosa per a l’equilibri de la societat tota, ja que tal sortida sectorial no existeix.

Brasil, com EUA, com la Xina, i podríem seguir, també el nostre Uruguai, no té futur econòmic «propi», el de la matriu productiva, com l’anomenen alguns especialistes; el que es produeix és programa per al món, en la seva dimensió i el que es consumeix també. És el govern en pugna dels complexos empresarials multinacionals, no dels estats, com a tals, que a aquest nivell només compten en les estratègies de la indústria de la guerra.

Juan Manuel Santos amb la Pau a la mà.El que ara planteja Fernando Henrique Cardozo, com el que va plantejar en rebre el premi Nobel de la Pau el president de Colòmbia, Juan Manuel Santos, com el que va plantejar el llavors president Mujica a l’ONU el setembre del 2013; la necessitat d’una sortida consensuada als immensos desequilibris, en aquest cas concret del Brasil és una necessitat més enllà dels comptes que cada un té per cobrar o pagar. També és una necessitat per a Veneçuela, mal que li pesi al comando sud de l’exèrcit dels EUA o al mateix secretari general de l’OEA, entestats a enderrocar el govern constitucional del President Maduro, ja que el camí dels enfrontaments, és un carreró sense sortides, que és promogut particularment per la indústria de guerra, que a la llarga condemna a tots, encara els que pensen que per la seva posició en la societat estan fora dels desequilibris.

La humanitat es cobra els seus comptes encara en els desequilibris psíquics, que es produeixen per exemple en militars dels EUA, en atemptats que criden l’atenció i no reconeixen altra explicació. Abasta més tots els aspectes de la vida, n’hi ha prou amb analitzar el món de la cultura, els films actuals en la seva immensa majoria giren al voltant de la violència, superant llargament als d’una altra època.

El problema és que es necessita un programa que afronti els desequilibris; aquest programa avui «la massa crítica» de la societat en dir d’Esteban Valenti, no els està generant.

Les raons poden ser múltiples, una d’elles la derrota dels millors pensadors que la humanitat ha tingut al llarg de la seva història, on la societat sotmesa a la lluita de classes ha imposat sempre les seves condicions immediates, independentment que la vida a la llarga s’ha imposat i fins i tot reivindicat i assimilat les idees que han significat avenços.

Això és el que avui està passant amb el pensament més complet conegut, que sobre el capitalisme realitzaren Marx, Engels i Lenin -els més destacats-, no existeix sobre ells l’accionar precisament d’aquesta massa crítica.

El que conec em porta a afirmar que avui en qualsevol universitat del món en què es pregunti sobre l’aportació d’aquests autors, ens dirà, en la majoria dels casos, un enfilall de disbarats, que són efectivament el que expliquen que no existeixi avui les anàlisis que necessitem.

El pensament marxista no és confrontatiu, tampoc submís, sinó tot el contrari, no es proposa un model davant el capitalisme, sí que es proposa defensar i promoure a la gent i en particular a la classe obrera, enfront de la predominança d’una manera de producció que inexorablement i mitjançant les seves crisis està condemnat a desaparèixer un cop complert el seu cicle històric marcat per l’esgotament de la taxa general de guany que assenyala amb precisió el seu estat i en l’actualitat el seu declivi.

¿En què s’expressa més contundentment?, en què la humanitat li són necessàries coses que per la manera de producció predominant ja no li són rendibles. Que explica a més l’acumulació gegantina de capitals en els paradisos fiscals que juntament amb l’emissió demencial de paper moneda alimenten una crisi sense sortides per la predominança de la manera de producció capitalista.

I les solucions a la crisi poden arribar a ser tan senzilles, que enfront de l’ús d’armes nuclears que sembla ser el proper pas de la crisi, pot semblar una tremenda estupidesa no analitzar-les.

Primer pas imposar la pau, que la mesura monetària ha de ser única i universal, que els únics impostos legítims per atendre les necessitats de la societat han de provenir de la circulació dels diners, que cap operació amb diners pugui ser vàlida sense estar degudament registrada en els organismes que la societat determini, -la qual cosa significa la mort dels paradisos fiscals- encarar a nivell multinacional obres que signifiquin una elevació de la condició humana en salut, en educació, en habitatge, en alimentació, un dels centres és el d’utilitzar i premiar amb una reubicació en la societat de tota la mà d’obra disponible i la que socialment es pugui recuperar.

Saber que ajudar a morir a la predominança de la manera de producció capitalista, no suposa la mort del capitalisme, sinó el que la societat sobre la base de protegir l’aparell productiu s’ha de donar en la transició una nova manera de producció -que segurament es dirà socialista-, que doni naixement a una nova societat equilibrada i amb una conducta col·lectiva superior a la que avui tenim producte del desenvolupament de la predominança de les maneres de producció anteriors. Això és a més el que ha passat al llarg de la història amb les maneres de producció anteriors al capitalisme.

La tasca és llavors nacional i internacionalment construir la voluntat política que faci efectiva aquesta tasca. És sens dubte el millor homenatge que avui hem de fer als revolucionaris de 1917, que en dir de José Batlle i Ordóñez, van obrir un camí de progrés i esperança al món.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 23 de maig de 2017.

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