La dictadura del proletariado.
(Abordando eso gris, que parece la teoría).
En el programa «Todas las voces» de Montecarlo Canal 4 de Montevideo, el mismo que trajo a un diputado de la oposición venezolana que admitió que no habían obtenido las firmas para el referéndum revocatorio, el inefable Cdor. Conrado Hughes (recordemos que Coni era uno de los buenos habitué al Instituto 1815 que patrocinaba el inolvidable General Líber Seregni), hace por la negativa la mejor explicación de algo que para la izquierda es tan difícil de entender como es el concepto de Dictadura del proletariado.
Hughes explica que los sindicatos y las centrales sindicales no deberían existir y que por lo tanto cada trabajador debería negociar directamente su contrato de trabajo, y los conflictos dirimirse ante las instituciones jurisdiccionales del Estado sin necesidad de estos intermediarios, dejando así la más plena libertad al mercado. Lo que Marx y Engels definen como la Dictadura de la burguesía.
Hemos mostrado en otras notas como el desarrollo del capitalismo en general ha sido favorecido por las revoluciones que han ampliado el marco de los derechos de los trabajadores, –entre otros un mayor nivel de consumo–, haciendo que el sacrosanto mercado fuera más amplio y la posibilidad rentable de la inversión capitalista mayor. Proceso que tiene límites y que ya comienzan a visualizarse claramente. Algo de esto es lo que razonó Bismarck para dar impulso a la creación de un sistema de seguridad y prevención social, a fines del siglo XIX y en pleno auge del desarrollo capitalista.
La avidez capitalista nunca se ha podido autogobernar y contradictoriamente ha necesitado de la organización de los trabajadores para que pusieran límites a sus apetencias y permitir la amplitud de un mercado ampliado por las reivindicaciones de los trabajadores y la generación de derechos sociales.
Hasta aquí todo bien, ahora a las ideas –como las del Cdor. Hughes– del desarrollo del capitalismo, respondieron las ideas para defender a los núcleos organizados de trabajadores, que claramente tomaron dos rumbos iniciales diferentes, los que se adaptaron a las necesidades del desarrollo capitalista e incluso votando los créditos de guerras, para las aventuras bélicas de estos sectores cuando ahogados recurrían a ese camino para el desahogo económico. La otra corriente trató de programar la resistencia a la tragedia de la guerra con iniciativas que permitieran superar el trance y mantener la actividad, en beneficio de la gente, del aparato productivo y del entramado social.
Es lo que en una dimensión menor ocurre cuando una empresa entra en crisis, y sus trabajadores arman una cooperativa para mantener su actividad productiva y procurar así mantener su sustento.
La revolución rusa liderada por los bolcheviques, tenía una dirección que declaraba y actuaba de acuerdo a las enseñanzas de Marx y de Engels, y toda la tarea ideológica que Lenin elaboraba en el mismo sentido, era una dirección que reivindicaba la Dictadura del proletariado a la vez que señalaba, que siendo esto necesario para defender el derecho de los trabajadores como lo es hoy un sindicato o una central sindical, su objetivo no era el de construir un modelo de sociedad alternativa al capitalismo, sino el de acompañar su desarrollo hasta el agotamiento de sus formas, construyendo una transición que permitiera a la predominancia del capitalismo morir en paz. De Marx aprendimos que ningún modo de producción abandona su predominancia en la escena de la economía mundial hasta agotar todas sus posibilidades, comprendiendo además que ese momento en la historia llega. El endeudamiento en permanente crecimiento de los Estados, las emisiones demenciales de moneda ya sin ningún respaldo en la producción, el aumento de los paraísos fiscales, el aumento del trabajo en negro ahora particularmente en los países desarrollados, son los síntomas febriles de ello.
Es más, Lenin en 1916 previó que el curso del desarrollo del capitalismo llevaba a que éste iba a ser gobernado desde los complejos empresariales multinacionales en desmedro directo de las estructuras burocráticas estatales, hecho que en la vida se acompasó con la elaboración de una política acorde, con el nacimiento del neoliberalismo luego de las segunda guerra mundial, con las directivas elaboradas desde Mont Pellerin.
Por lo tanto ni Marx, ni Engels, ni Lenin pensaron en la Dictadura del Proletariado como la dictadura ejercida desde el gobierno de un Estado con su actividad económica totalmente estatizada, por la sencilla razón de que no eran estatistas. Como tampoco lo era Batlle y Ordoñez en el Uruguay.
La deformación que intencionadamente introdujo el stalinismo, con la colaboración de la «inteligencia» burguesa, hace que hoy por ejemplo, cuando un trabajador ejerce la huelga no piense que eso es precisamente lo que nace de su derecho a ejercer la Dictadura del proletariado frente a la Dictadura de la burguesía, y si piense en derechos que se han incorporado por la lucha de los trabajadores a las Cartas Magnas de los distintos países; el Cdor. Hughes esto lo tiene claro y por lo tanto no admite ese derecho, pero además invocando algo que no existe y es de que esa situación es la que no permite desarrollar la economía precisamente en momentos en que el capitalismo está llegando a sus límites de rentabilidad medidos en la tasa general de ganancia que hace que todas las economías estaduales han entrado en crisis y que la defensa del trabajo de nuestros trabajadores nacionales parecería imposible defender sin competir con otros trabajadores en el mundo, algo de esto sostiene Trump con su política de muros.
No es el objetivo de esta nota, y ya lo hemos hecho anteriormente, no estamos en presencia del fin del trabajo, sí estamos en presencia de una crisis de rentabilidad de las inversiones y por lo tanto del trabajo organizado por el modo de producción capitalista, ejerciendo a través de las monedas, los impuestos, y los endeudamientos: la Dictadura de burguesía.
Venezuela es uno de los ejemplos más paradigmáticos de esta situación, al no tener posibilidad de gobernar su moneda propia, y depender así de las maniobras de los que la manejan, –y que en muchos de los casos ni siquiera tienen partido, como ocurre en la Argentina– y que a la vez estimulan toda la propaganda adversa de que el sistema se encamina a una estatización total para impedir este tipo de maniobras, lo que justificaría, en su tesis, el derrocamiento de un gobierno «comunista» que asumió a través del voto popular, y que a diferencia de otra época en nuestra América cuenta con el respaldo de un ejército con formación nacionalista.
Se confunde además con el ejemplo de Cuba que pudo contar para su desarrollo con la Unión Soviética ya en tiempos del post stalinismo, que hoy trata ordenadamente de vincularse al mercado mundial, sobre la base de fortalezas sociales construidas por la revolución en temas que se destacan como la salud y la enseñanza.
100 años de la revolución de octubre parecería un buen motivo, para estudiar, analizar y debatir sobre cosas tan importantes que hacen al porvenir todo de la humanidad, que inexorablemente se acerca a un punto crucial de definiciones. La predominancia del modo de producción capitalista llega a su fin y necesita de una transición que le permita morir en paz. La muerte también de un periodo histórico donde la dirección (la dictadura) de la sociedad siempre estuvo en manos de la élite de una clase.
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 30 de agosto de 2017.
La dictadura del proletariat.
(Abordant això gris, que sembla la teoria).
Al programa «Todas las voces» («Totes les veus») de Montecarlo Canal 4 de Montevideo, el mateix que va portar a un diputat de l’oposició veneçolana que va admetre que no havien obtingut les signatures per al referèndum revocatori, l’inefable Cdor. Conrado Hughes (recordem que Coni era un dels bons habituals dins l’Institut 1815 que patrocinava l’inoblidable General Líber Seregni), fa per la negativa la millor explicació d’alguna cosa que per a l’esquerra és tan difícil d’entendre com és el concepte de Dictadura del proletariat.
Hughes explica que els sindicats i les centrals sindicals no haurien d’existir i que per tant cada treballador hauria de negociar directament el seu contracte de treball, i els conflictes es dirimissin davant les institucions jurisdiccionals de l’Estat sense necessitat d’aquests intermediaris, deixant així la més plena llibertat al mercat. El que Marx i Engels defineixen com la Dictadura de la burgesia.
Hem mostrat en altres notes com el desenvolupament del capitalisme en general ha estat afavorit per les revolucions que han ampliat el marc dels drets dels treballadors, –entre d’altres un major nivell de consum–, fent que el sacrosant mercat fos més ampli i la possibilitat rendible de la inversió capitalista més gran. Procés que té límits i que ja comencen a visualitzar-se clarament. Una mica d’això és el que va raonar Bismarck per donar impuls a la creació d’un sistema de seguretat i prevenció social, a finals del segle XIX i en plena expansió del desenvolupament capitalista.
L’avidesa capitalista mai s’ha pogut autogovernar i contradictòriament ha necessitat de l’organització dels treballadors perquè posessin límits a les seves apetències i permetre l’amplitud d’un mercat ampliat per les reivindicacions dels treballadors i la generació de drets socials.
Fins aquí tot bé, ara a les idees –com les del Cdor. Hughes– del desenvolupament del capitalisme, van respondre a les idees per defensar els nuclis organitzats de treballadors, que clarament van prendre dos rumbs inicials diferents, els que es van adaptar a les necessitats del desenvolupament capitalista i fins i tot votant els crèdits de les guerres, per a les aventures bèl·liques de aquests sectors quan ofegats recorrien a aquest camí per l’alleujament econòmic. L’altre corrent va tractar de programar la resistència a la tragèdia de la guerra amb iniciatives que permetessin superar el tràngol i mantenir l’activitat, en benefici de la gent, de l’aparell productiu i de l’entramat social.
És el que en una dimensió menor passa quan una empresa entra en crisi, i els seus treballadors armen una cooperativa per mantenir la seva activitat productiva i procurar així continuar el seu manteniment.
La revolució russa liderada pels bolxevics, tenia una direcció que declarava i actuava d’acord als ensenyaments de Marx i d’Engels, i tota la tasca ideològica que Lenin elaborava en el mateix sentit, era una direcció que reivindicava la Dictadura del proletariat alhora que assenyalava, que sent això necessari per defensar el dret dels treballadors com ho és avui un sindicat o una central sindical, el seu objectiu no era el de construir un model de societat alternatiu al capitalisme, sinó el d’acompanyar el seu desenvolupament fins a l’esgotament de les seves formes, construint una transició que permetés a la predominança del capitalisme morir en pau. De Marx vam aprendre que cap mode de producció abandona el seu predominança en l’escena de l’economia mundial fins a esgotar totes les seves possibilitats, comprenent a més que aquest moment en la història arriba. L’endeutament en permanent creixement dels Estats, les emissions demencials de moneda ja sense cap suport a la producció, l’augment dels paradisos fiscals, l’augment del treball en negre ara particularment en els països desenvolupats, són els símptomes febrils d’això.
És més, Lenin en 1916 va preveure que el curs del desenvolupament del capitalisme portava al fet que aquest anava a ser governat des dels complexos empresarials multinacionals en detriment directe de les estructures burocràtiques estatals, fet que a la vida es va compassar amb l’elaboració d’una política d’acord, amb el naixement del neoliberalisme després de les segona guerra mundial, amb les directives elaborades des de Mont Pellerin.
Per tant ni Marx, ni Engels, ni Lenin van pensar en la Dictadura del Proletariat com la dictadura exercida des del govern d’un Estat amb la seva activitat econòmica totalment estatitzada, per la senzilla raó que no eren estatistes. Com tampoc ho era Batlle y Ordóñez a l’Uruguai.
La deformació que intencionadament va introduir l’estalinisme, amb la col·laboració de la «intel·ligència» burgesa, fa que avui per exemple, quan un treballador exerceix la vaga no pensi que això és precisament el que neix del seu dret a exercir la Dictadura del proletariat davant la Dictadura de la burgesia, i sí pensi en drets que s’han incorporat per la lluita dels treballadors a les Cartes magnes dels diferents països; el Cdor. Hughes això ho té clar i per tant no admet aquest dret, però a més invocant alguna cosa que no existeix i és que aquesta situació és la que no permet desenvolupar l’economia precisament en moments en què el capitalisme està arribant als seus límits de rendibilitat mesurats en la taxa general de guany que fa que totes les economies estatals han entrat en crisi i que la defensa del treball dels nostres treballadors nacionals semblaria impossible defensar sense competir amb altres treballadors en el món, una mica d’això sosté Trump amb la seva política de murs.
No és l’objectiu d’aquesta nota, i ja ho hem fet anteriorment, no estem en presència de la fi del treball, sí estem en presència d’una crisi de rendibilitat de les inversions i per tant del treball organitzat per la manera de producció capitalista, exercida mitjançant les monedes, els impostos, i els endeutaments: la Dictadura de burgesia.
Veneçuela és un dels exemples més paradigmàtics d’aquesta situació, en no tenir possibilitat de governar la seva moneda pròpia, i dependre així de les maniobres dels que la fan servir, –i que en molts dels casos ni tan sols tenen partit, com passa a l’Argentina– i que alhora estimulen tota la propaganda adversa que el sistema s’encamina a una estatització total per impedir aquest tipus de maniobres, el que justificaria, en la seva tesi, l’enderrocament d’un govern «comunista» que va assumir mitjançant el vot popular, i que a diferència d’una altra època en la nostra Amèrica compta amb el suport d’un exèrcit amb formació nacionalista.
Es confon més amb l’exemple de Cuba que va poder comptar per al seu desenvolupament amb la Unió Soviètica ja en temps del post stalinisme, que avui tracta ordenadament de vincular-se al mercat mundial, sobre la base de fortaleses socials construïdes per la revolució en temes que es destaquen com la salut i l’ensenyament.
100 anys de la revolució d’octubre semblaria un bon motiu, per estudiar, analitzar i debatre sobre coses tan importants que fan al futur tot de la humanitat, que inexorablement s’acosta a un punt crucial de definicions. La predominança de la manera de producció capitalista arriba a la seva fi i necessita d’una transició que li permeti morir en pau. La mort també d’un període històric on la direcció (la dictadura) de la societat sempre va estar en mans de l’elit d’una classe.
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 30 d’agost de 2017.