[:es]Se la llama: crisis catalana.[:ca]Se l’anomena: crisi catalana.[:]

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Se la llama: crisis catalana.

(Abordando eso gris, que parece la teoría).

Por segunda vez en pocos días recurro a la buena tarea de difusión de textos para la reflexión y el debate, que hace Néstor, para aportar mis opiniones.

Viernes, 27 de octubre de 2017.

¿Cuán efímera será la república catalana?

Cataluña. Manifestación.Los medios de comunicación españoles, la mayoría de sus dirigentes políticos, insisten en sostener que la independencia catalana no se sostendrá más que unas pocas horas.

El desprecio a la voluntad de más de 2 millones de personas que el pasado primero de octubre votó por la independencia y la república, es evidente. Los independentistas son acusados de irresponsables como mínimo, y aseguran que la independencia no se concretará de ninguna manera.

Olvidan que en las últimas elecciones legislativas, votaron poco más de 4,3 millones de habilitados para votar, por lo que 2,1 millones que votaron por la república y la independencia el primero de octubre, en una consulta popular sin grandes garantías y con la intervención de la policía nacional que cerró centros de votación. Es una base importante y un reflejo de que no se trata de algunos desquiciados que emprendieron un camino sin perspectivas.

La votación por la independencia en el parlamento catalán fue por 70 votos en 82, después que 53 diputados de la oposición se retiraran de sala.

Los dirigentes del Partido Popular (derecha) acusan a los independentistas de «golpistas», «sediciosos» y que se debe aplicar todas las medidas necesarias para «restituir» la democracia y la legalidad.

Es probable que el aparato del Estado español intervenga en gobierno catalán, destituya al gobierno regional y el parlamento regional, y se produzcan muchas detenciones, sin embargo el entusiasmo popular que ha ido creciendo en las últimas semanas, está sembrando una semilla que no será fácil de evitar que algún día germine.

La única vez que Catalunya se constituyó en república, fue en el 6 de octubre de 1934 cuando toda España era una república. Pero los catalanes resisten a la familia real de los Borbón desde 1714, cuando la ciudad de Barcelona fue sitiada por un año, y tras su caída, cientos de resistentes fueron fusilados, toda la escasa autonomía catalana eliminada, y hasta el idioma prohibido. El rey español que ordenó entonces esas medidas, era Felipe V. El actual rey tomó su nombre al ser ungido, y se denominó Felipe VI.

Dos horas y media después de la declaración de independencia catalana, el consejo de ministros español comenzó a poner en práctica el artículo 155 de su Constitución que permite intervenir los gobiernos autónomos. El artículo nunca fue reglamentado y su aprobación por el Senado es un cheque en blanco para que el gobierno de Mariano Rajoy lo aplique según su criterio.

Por lo pronto ya trascendió que el consejo de ministros aprobó la destitución del presidente del gobierno autónomo catalán, Carles Puigdemont, y todos sus consejeros, y disolver el parlamento catalán. No está en claro de qué manera procederá a esa disolución.

En estos días también se han manifestado contra la independencia algunos importantes dirigentes de izquierda, y varios ex comunistas ortodoxos.

Argumentan que esa ideología propugna un mundo sin fronteras y que constituir nuevos Estados es contraproducente y no fortalece la lucha contra el neoliberalismo.

De hecho, los fundadores del marxismo, si bien anunciaban un mundo sin fronteras, no hablaban de un gobierno mundial único, sino más bien la acción de las comunidades para mantener las relaciones sociales. En un mundo ya gobernado por las potencias económicas con la concepción de que el capitalismo es el fin de la historia, quizás el «paso atrás» de volver a las comunidades, sea una respuesta provisoria para avanzar después a un mundo como soñaba John Lennon en «imagine».

Todavía este viernes en la noche, miles de personas festejan en las calles y los edificios públicos retiran las banderas de España y por ahora la sustituyen con la bandera de la Unión Europea, organismo que ha dicho que el único interlocutor es el gobierno de Madrid.

Ricardo.

Mi respuesta:

Jorge Aniceto Molinari.El centro de mi análisis está en la frase que me he permitido remarcar.

La economía mundial hoy está comandada por los conglomerados empresariales multinacionales con cabezas visibles en los grupos financieros, los estados mayores empresariales. A cargo de los Estados va quedando un cada vez más reducido espacio como resultado del agostamiento cada vez más pronunciado de la tasa general de ganancia y de los cada vez más duros enfrentamientos por su consecución.

Entonces las reivindicaciones de las nacionalidades que tienen una justificación histórica, desde el punto de vista económico pueden significar un cierto respiro, que en la práctica puede incluso resultar contraproducente por el miedo de los empresarios capitalistas en la inestabilidad política como se informa que está ocurriendo hoy en Catalunya.

Pero de ahí a concluir que el destino futuro de la humanidad está en el desarrollo autónomo de las comunidades en la realidad presente del capitalismo ya no es tan sencillo.

Por lo pronto el tema en su momento y teniendo en cuenta otra época fue analizado por Federico Engels, interviniendo directamente en una rica polémica ideológica con las corrientes anarquistas, con un texto: «sobre la autoridad», que tiende a mostrar que este modo de producción que hoy predomina en el mundo, necesita de comandos unificados para realizar la producción y que para superarlos sin producir una catástrofe en el aparato productivo de la humanidad, debe crear un mando superior, al que deben ser impuestas las normas democráticas con las que ha venido costosamente avanzando la humanidad.

Hemos insistido tozudamente en que para imponer esas pautas democráticas es necesario que haya una medida monetaria única y universal, y que se convenga también en forma ecuménica, de que los impuestos deben ser única y exclusivamente dirigidos hacia el movimiento del dinero, que aquello producido debe ser para atender en forma eficiente y rentable (sin costos burocráticos para el común de la gente) la salud, la enseñanza, la vivienda, y el trabajo de toda la gente, sin exclusiones, planificando obras universales que hoy ya resultan imprescindibles pero que a los inversores capitalistas no les resultan rentables, que para la humanidad significarían un salto en calidad de vida.

Tal vez, logrado esto, el conflicto estaría ubicado en cómo se administra, pero es tan grande la posibilidad de liberar recursos, que hoy retiene la crisis capitalista, que la humanidad entraría en una etapa superior, donde seguramente la gestión tomaría formas cooperativas como también lo analizara el propio Federico Engels. Haciendo de esta formas organizativas empresariales un instrumento de organización de políticas globales con un rol superior de la democracia, y no como ocurre actualmente con las cooperativas sometidas a la lucha por la subsistencia empresarial.

Hoy en el planeta podrían proclamarse una infinidad de repúblicas independientes, como tantas son las distintas comunidades, construirse kilómetros y kilómetros de muros estableciendo nuevas fronteras o protegiendo las actuales, pero no podrían superar una crisis ya irreversible de la predominancia del modo de producción capitalista.

La base real del reclamo actual catalán es salir de la asfixia con que el desarrollo actual del capitalismo los acucia, ahora unir este objetivo a la identidad nacional propia, puede ser tremendamente contraproducente, generar un objetivo muy limitado, que pudiendo tener justificaciones históricas múltiples, no resuelve el problema central que hoy las estimula, como ha venido ocurriendo en Europa. La canción sigue siendo sabia: «no hay salvación sino es con todos».

Sabemos que hay quienes en su utopía piensan –están en su derecho– que esta nacionalidad tiene salida si estatiza su economía en una especie de «stalinismo tardío» posiciones que incluso se sostienen para el conjunto de España y aún soñando con manejar esto con una afectación mínima de las estructuras de clase, que la sociedad española mantiene, como si tamaña empresa pudiera hacerse en los marcos nacionales y sin una superación en avance del aparato productivo, que hoy tiene su llave no en los Estados sino en la economía mundial.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo. Domingo, 29 de octubre de 2017.


Nota:

La administración del sitio web del Centro de Estudios Joan Bardina se limita a reproducir y traducir este artículo, en función al derecho que tiene su autor a la libertad de expresión y a la necesidad de que este artículo desvele el debate sobre las ideas y propuestas que transmite, pero sin que por ello comparta el mismo juicio sobre su contenido.

[:ca]

Se l’anomena: crisi catalana.

(Abordant això gris, que sembla la teoria).

Per segona vegada en pocs dies recorreixo a la bona tasca de difusió de textos per a la reflexió i el debat, que fa Néstor, per aportar les meves opinions.

Divendres, 27 d’octubre de 2017.

Com d’efímera serà la república catalana?

Catalunya. Manifestació.Els mitjans de comunicació espanyols, la majoria dels seus dirigents polítics, insisteixen en sostenir que la independència catalana no se sostindrà més que unes poques hores.

El menyspreu a la voluntat de més de 2 milions de persones que el passat primer d’octubre va votar per la independència i la república, és evident. Els independentistes són acusats d’irresponsables com a mínim, i asseguren que la independència no es concretarà de cap manera.

Obliden que en les últimes eleccions legislatives, van votar poc més de 4,3 milions d’habilitats per votar, de manera que 2,1 milions que van votar per la república i la independència el primer d’octubre, en una consulta popular sense grans garanties i amb la intervenció de la policia nacional que va tancar centres de votació. És una base important i un reflex que no es tracta d’alguns trasbalsats que van emprendre un camí sense perspectives.

La votació per la independència al parlament català va ser per 70 vots de 82, després que 53 diputats de l’oposició es retiressin de sala.

Els dirigents del Partit Popular (dreta) acusen els independentistes de «colpistes», «sediciosos» i que s’ha d’aplicar totes les mesures necessàries per «restituir» la democràcia i la legalitat.

És probable que l’aparell de l’Estat espanyol intervingui en el govern català, destitueixi el govern regional i el Parlament regional, i es produeixin moltes detencions, però l’entusiasme popular que ha anat creixent en les últimes setmanes, està sembrant una llavor que no serà fàcil d’evitar que algun dia germini.

L’únic cop que Catalunya es va constituir en república, va ser en el 6 d’octubre de 1934 quan va tot Espanya era una república. Però els catalans resisteixen a la família reial dels Borbó des de 1714, quan la ciutat de Barcelona va ser assetjada durant un any, i després de la seva caiguda, centenars de resistents van ser afusellats, tota l’escassa autonomia catalana eliminada, i fins l’idioma prohibit. El rei espanyol que va ordenar llavors aquestes mesures, era Felip V. L’actual rei va prendre el seu nom en ser ungit, i es va denominar Felip VI.

Dues hores i mitja després de la declaració d’independència catalana, el consell de ministres espanyol va començar a posar en pràctica l’article 155 de la seva Constitució que permet intervenir els governs autònoms. L’article mai va ser reglamentat i la seva aprovació pel Senat és un xec en blanc perquè el govern de Mariano Rajoy l’apliqui segons el seu criteri.

D’antuvi ja va transcendir que el consell de ministres va aprovar la destitució del president del govern autònom català, Carles Puigdemont, i tots els seus consellers, i dissoldre el parlament català. No està en clar de quina manera ha de procedir a aquesta dissolució.

En aquests dies també s’han manifestat contra la independència alguns importants dirigents d’esquerra, i diversos ex comunistes ortodoxos.

Argumenten que aquesta ideologia propugna un món sense fronteres i de constituir nous estats és contraproduent i no enforteix la lluita contra el neoliberalisme.

De fet, els fundadors del marxisme, tot i que anunciaven un món sense fronteres, no parlaven d’un govern mundial únic, sinó més aviat l’acció de les comunitats per mantenir les relacions socials. En un món ja governat per les potències econòmiques amb la concepció que el capitalisme és la fi de la història, potser el «pas enrere» de tornar a les comunitats, sigui una resposta provisoria per avançar després a un món com somiava John Lennon a «imagine».

Encara aquest divendres a la nit, milers de persones festegen als carrers i els edificis públics retiren les banderes d’Espanya i per ara la substitueixen amb la bandera de la Unió Europea, organisme que ha dit que l’únic interlocutor és el govern de Madrid.

Ricardo.

La meva resposta:

Jorge Aniceto Molinari.El centre de la meva anàlisi està en la frase que m’he permès remarcar.

L’economia mundial avui està comandada pels conglomerats empresarials multinacionals amb caps visibles en els grups financers, els estats majors empresarials. A càrrec dels Estats va quedant un cada cop més reduït espai com a resultat de l’esgotament cada cop més pronunciat de la taxa general de guany i dels cada cop més durs enfrontaments per la seva consecució.

Llavors les reivindicacions de les nacionalitats que tenen una justificació històrica, des del punt de vista econòmic poden significar un cert respir, que a la pràctica pot fins i tot resultar contraproduent per la por dels empresaris capitalistes en la inestabilitat política com s’informa que està passant avui a Catalunya.

Però d’aquí a concloure que el destí futur de la humanitat està en el desenvolupament autònom de les comunitats en la realitat present del capitalisme ja no és tan senzill.

D’antuvi el tema en el seu moment i tenint en compte una altra època va ser analitzat per Frederic Engels, intervenint directament en una rica polèmica ideològica amb els corrents anarquistes, amb un text: «sobre l’autoritat», que tendeix a mostrar que aquesta forma de producció que avui predomina al món, necessita d’ordres unificats per realitzar la producció i que per superar-les sense produir una catàstrofe en l’aparell productiu de la humanitat, ha de crear un comandament superior, al qual han de ser imposades les normes democràtiques amb què ha vingut costosament avançant la humanitat.

Hem insistit tossudament que per imposar aquestes pautes democràtiques cal que hi hagi una mesura monetària única i universal, i que es convingui també en forma ecumènica, que els impostos han de ser únicament i exclusivament dirigits cap al moviment dels diners, que allò produït ha de ser per a atendre en forma eficient i rendible (sense costos burocràtics per al comú de la gent) la salut, l’ensenyament, l’habitatge, i el treball de tota la gent, sense exclusions, planificant obres universals que avui ja són imprescindibles però que a els inversors capitalistes no els resulten rendibles, que per a la humanitat significarien un salt en qualitat de vida.

Potser, aconseguit això, el conflicte estaria ubicat en com s’administra, però és tan gran la possibilitat d’alliberar recursos, que avui reté la crisi capitalista, que la humanitat entraria en una etapa superior, on segurament la gestió prendria formes cooperatives com també l’analitza el propi Frederic Engels. Fent d’aquesta formes organitzatives empresarials un instrument d’organització de polítiques globals amb un paper superior de la democràcia, i no com passa actualment amb les cooperatives sotmeses a la lluita per la subsistència empresarial.

Avui al planeta podrien proclamar-se infinitat de repúbliques independents, com tantes són les diferents comunitats, construir quilòmetres i quilòmetres de murs establint noves fronteres o protegint les actuals, però no podrien superar una crisi ja irreversible de la predominança de la manera de producció capitalista.

La base real del reclam actual català és sortir de l’asfíxia amb què el desenvolupament actual del capitalisme els acuita, ara unir aquest objectiu a la identitat nacional pròpia, pot ser tremendament contraproduent, generar un objectiu molt limitat, que poden tenir justificacions històriques múltiples, no resol el problema central que avui les estimula, com ha passat a Europa. La cançó segueix sent sàvia: «no hi ha salvació sinó és amb tots».

Sabem que hi ha qui en el seu utopia pensen –estan en el seu dret– que aquesta nacionalitat té sortida si estatitza la seva economia en una mena de «stalinisme tardà» posicions que fins i tot es sostenen per al conjunt d’Espanya i encara somiant amb manejar això amb una afectació mínima de les estructures de classe, que la societat espanyola manté, com si tan gran empresa pogués fer-se en els marcs nacionals i sense una superació en avanç de l’aparell productiu, que avui té la seva clau no als Estats sinó en l’economia mundial.

Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo. Diumenge, 29 d’octubre de 2017.


Nota:

L’administració del lloc web del Centre d’Estudis Joan Bardina es limita a reproduir i a traduir aquest article, en funció al dret que té el seu autor a la llibertat d’expressió i a la necessitat que aquest article desvetlli el debat sobre les idees i propostes que transmet, però sense que per això comparteixi el mateix parer sobre el seu contingut.

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