Analisis autocrítico, ya, ahora.
(Abordando eso gris, que parece la teoría).
Algo para analizar hasta tanto se comience el análisis autocrítico en todos los organismos de toda esta etapa y de nosotros mismos como actores privilegiados de los hechos.
Nuestra definición es la de que pertenecemos al pueblo trabajador, al que se gana su sustento con el trabajo.
Para defender sus derechos, sus libertades, necesitamos construir sindicato y partido desde donde conducir esa defensa.
Así lo predicó y lo llevaron a la práctica los grandes maestros de la izquierda que dejaron escritos valiosos textos relatando sus experiencias.
Si bien las experiencias tienen valor universal cada pueblo ha hecho su propia valiosa experiencia.
Las revoluciones han sido jalones de triunfos y derrotas, pero como dice Batlle con referencia a la revolución rusa, esta incorporó a miles y miles de seres humanos a derechos tan elementales como la salud y la educación.
Por supuesto que los niveles han sido distintos y las experiencias de los pueblos también, construir Partido y Sindicato nunca fue fácil, la derecha además siempre trató de pudrir esos instrumentos.
El capitalismo supo a través de su desarrollo ahora en su etapa final, como conceder para poder ampliar su base.
El aparato del Estado fue y es uno de sus instrumentos favoritos. La izquierda en su inmadurez y a la vez en su crisis una vez obtiene cargos por la vía democrática rápidamente hace que el centro de la política pase del Partido o de los instrumentos políticos a los instrumentos burocráticos del Estado.
Lo hizo Tabaré, lo hizo Mujica, lo hicieron los intendentes en cada uno de los departamentos. La política era cosa de los elegidos burocráticamente para desempeñar la tarea, no del debate y el análisis de las bases «que no están preparadas para ello», la política es cosa de gente savia, no de gente sin preparación que lo que si debe hacer es juntar votos nos dicen.
Y de Lenin peleando cada una de sus ideas en medio de la gente, pasamos a Stalin y sus crímenes.
Y de Seregni analizando cada uno de los planteos de las fuerzas que integraron el Frente al gabinete de Vázquez decidiendo una política económica sin explicarla a nadie que no fuera de su entorno. Así se decidió que se mantuvieran los impuestos al consumo, y los impuestos a los sueldos, y las pensiones. No digo que se pudiera hacer otra cosa, estamos donde estamos en un sistema capitalista que abarca en su crisis a todo el planeta. Lo que digo es que no se intentó la menor explicación. Lo mismo pasó con la baja de los aportes patronales a la seguridad social –e insisto tiene una explicación– pero a la gente se le trató como ignorantes y nunca se dio una explicación sana y profunda del tema.
Es cierto también se acordó el plan Ceibal que no estaba en ningún punto programático y que fue un enorme acierto, como lo fue la reforma de la salud, aunque omitió analizar quien era cada quien en este negocio de la medicina y los medicamentos.
Luego llegó Mujica, que siempre se las supo todas, y la derecha lo trabajó en el mundo. Se le acercaron Popes del capitalismo luego de su discurso en la ONU, donde habló de moneda única y de impuesto a las transacciones financieras. Seguramente le ofrecieron de todo si dejaba de lado esas ideas juveniles inaplicables si de capitalismo hablamos.
Y de ahí pasamos a Aratirí, al puerto de aguas profundas y a la regasificadora. Algún apreciado compañero llegó a decirme: «tenemos gobierno del Frente Amplio por 50 años». No le pude explicar que la cotización del hierro en el mundo no la fija el Frente Amplio, como tampoco el valor de la celulosa –ver el análisis que del tema ha hecho el Ing. Grompone–. Eso no quiere decir que el Uruguay podía mantenerse al margen de lo que es hoy el mercado mundial que es el que ha impulsado en el agro uruguayo todo el desarrollo que hace también que sea cada vez menos viables emprendimientos que no tengan el espacio económico necesario.
Había criticado en «Pepe Coloquios» que el Partido Socialista actuaba como una secta y siempre ponía sus propios candidatos por encima del interés colectivo, para llegar a hacer lo mismo con su MPP. Y de aquel planteo en la ONU (Septiembre del 2013) pasamos a la renta básica universal –idea para nada descartable– pero financiada con los impuestos al consumo, los salarios y las pensiones.
Su objetivo construir un nuevo centro político y sindical y así nos está yendo.
Compañeros hay que retornar a los maestros, hay que retornar a Seregni, y a la construcción de dirección política y sindical unificada, aunque ello como en el 70-71 tenga sus dificultades y sus costos. Nadie puede quedar afuera, pero se exige una humildad y una paciencia como la que tuvieron aquellos grandes conductores.
Nuestra estrategia es sencilla y fácil de comprender. Vamos a debatir todo, como aconteció siempre en los grandes procesos revolucionarios. Vamos a definir donde estamos parados, en medio de un capitalismo cuya predominancia ha venido cerrando su ciclo histórico y tenemos claro que la misma debe morir en paz en un mundo donde la guerra es un negocio que equilibra los presupuestos de importantes complejos empresariales multinacionales que ejercen en la predominancia capitalista el gobierno del mundo.
A quienes nos hablan de democracia y de distintos modelos. Nosotros vamos a argumentar que la democracia esencial es la económica y que a partir de ella rigen las otras y que esta batalla se da en el marco de la lucha de clases en el que es necesario afirmar la independencia de clase en los sindicatos y los partidos.
Que el capitalismo de Estado pudo ser una variable en medio del desarrollo y crecimiento del capitalismo pero que hoy esa etapa está cerrada. El stalinismo no fue comunismo fue afirmarse en las conquistas de octubre para hacer del Estado un régimen de dictadura de la burocracia.
Que el modo de producción capitalista fue revolucionario y significó un enorme avance de la humanidad pero hoy su ciclo se está cerrando y lo que hablaba Keynes de la eutanasia del rentista hoy es una necesidad. Hoy ya comienzan a ser antagónicos conceptos como rentabilidad y eficiencia, en tanto la rentabilidad se obtiene extremando al máximo todas las lacras de la sociedad humana.
Que la necesaria muerte en paz de la predominancia del capitalismo no significa la desaparición de este modo de producción sino que la humanidad debe encontrar formas de gobernanza democrática de todo el aparato productivo atendiendo y desarrollando las necesidades humanas.
Que la crisis no es de la humanidad sino del capitalismo como sistema predominante. Que superada esta etapa los medios para un desarrollo formidable ya están dados.
Argentina:
Me ha costado, me cuesta, pero es necesario hablar de Argentina, de su crisis, de su gente, que quiero y admiro y que son nuestros hermanos en todo, desde el futbol, el tango, la historia, que sus avatares políticos nos golpean. No es casual el hecho de que los fascistas del plan Cóndor utilizaran su territorio para accionar contra los dos pueblos conjuntamente.
Argentina siempre preocupó a los líderes del imperialismo en el mundo, recordemos lo que pensaba Churchill sobre Perón, con un razonamiento donde estaba excluida toda posibilidad de desarrollo humano del gran pueblo argentino.
El problema es que hoy Argentina está en medio de una crisis que ya no tiene las “salidas clásicas”; no es posible volcarse hacia dentro y reconstruir el capitalismo como proponía la Vicepresidente la Dra. Cristina Fernández –ella hablaba del ejemplo Trump–, pero tampoco es posible estatizar la economía porque además su espacio económico aunque lo hicieran impecablemente –que tampoco es posible– está largamente superado por los que son los espacios económicos donde planifican los complejos empresariales multinacionales que gobiernan el mundo.
Donde pasó Macri ya no crece la hierba. Argentina necesita reconstruirse con la economía mundial y para ello necesita plantearle al mundo revolucionar la conducción económica del mundo tomando organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para hacer que cese ya la joda de las monedas contra los pueblos, hay que ir ya a una moneda única y universal –no importa su nombre, importa el concepto– y a un sistema impositivo basado en la circulación del dinero, haciendo no válida toda transacción que no esté debidamente registrada donde la sociedad democráticamente lo decida.
De ahí deben surgir los recursos para realizar las inversiones necesarias para que los pueblos satisfagan sus necesidades y planifiquen su desarrollo futuro.
Para hacerlo se necesita juntar voluntades políticas y Argentina tiene autoridad ante el mundo para hacerlo, comienzo requieren las cosas.
La pandemia agudiza la crisis, pero también obliga a que debatamos salidas porque como dice la canción española: no hay salvación sino es con todos.
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 29 de Septiembre de 2020.