Algo de la batalla de ideas.
(Abordando eso gris, que parece la teoría).
Nacemos e iniciamos un importante camino de aprendizajes, el más importante tal vez el de discernir sobre las ideas, ser consciente de ellas y cómo vamos aprendiendo y a la vez enseñando hasta cumplido nuestro ciclo vital.
El camino es complejo y contradictorio y muchas de las «verdades» con las cuales vamos caminando se muestran insuficientes e incapaces y necesitamos renovarlas, ampliarlas, con una visión más completa del mundo que integramos.
En este abordaje apenas tomaremos algunas para identificar a donde queremos llegar y sobre que queremos poner la atención.
¿El sistema económico social nos es dado, o lo elegimos? No faltaran los que afirmen que el sistema lo hace la gente y que si perfeccionamos a la gente perfeccionaremos el sistema. Cuantas teorías giran sobre esta base falsa de que si educamos, –que hay que hacerlo cualquiera sea el sistema– solucionaremos todos los problemas que afrontamos como seres humanos. En el Uruguay por ejemplo el Instituto Edu 21 que hace aportes importantes no logra superar la contradicción de esta ecuación.
¿Por qué afirmo que es una base falsa? Porque aún en el marco de brillantes seres humanos que los ha habido y los hay, ninguno determina por si solo la existencia de un sistema propio, es más, como decía el flaco Menotti (lo de haber dicho otro antes pero lo recuerdo porque a mí me gusta el fútbol, y sobre todo el fútbol bien jugado) «el hombre es fruto de las circunstancias» y los hechos lo enseñan a diario.
Entonces lo primero es entender cómo se han venido dando los distintos modos de producción en la historia de la humanidad que son además los que han cimentado la generalidad de las condicionantes sociales que han determinado y determinan al ser humano. Y por si las moscas, hablamos de determinar, no quiere decir que eso determine que fatalmente sea así.
El modo de producción no se elige en un mercado, nos viene dado y en proceso. Y esto que parece tan sencillo es por ahora muy difícil de comprender, es más, nadie hoy define en que etapa del desarrollo del capitalismo estamos sabiendo que es el modo de producción predominante sobre el conjunto de la humanidad y que el también –el modo de producción– está sometido a un proceso de nacimiento, desarrollo y declinación, esta última en un largo proceso que comienza con el fin de su predominancia.
Es más, los maestros, Marx, Engels, Lenin –los más destacados– tenían como una premisa básica hacerlo en cada uno de los escritos.
Nosotros con la humildad de nuestros conocimientos tratamos de hacerlo y es por eso que afirmamos que estamos en la etapa de crisis irreversible de la predominancia del modo de producción capitalista que no quiere decir el fin del capitalismo, sino eso: la necesidad que tiene la humanidad para evitar mayores tragedias del fin en paz de su predominancia.
Hasta ahora la humanidad ha venido girando sobre la base de la rentabilidad capitalista, aún los capitalismos de Estado como la Unión Soviética –en su momento– y donde en medio de su acumulación primitiva esa necesidad de rentabilidad ha tenido numerosas víctimas. Se trata entonces de cambiar este concepto por el concepto de eficiencia para que cada uno de los recursos que la humanidad ha ido acumulando en su aparato productivo sirvan al objetivo social del desarrollo humano.
El concepto de acumulación primitiva utilizado, estudiado y desarrollado por Marx es de una enorme importancia en el desarrollo inicial del modo de producción capitalista y su concreción por años y años, motivó inmensos progresos y a la vez terribles explotaciones y esclavitud y su relato motivó múltiples expresiones en el ámbito del desarrollo de distintas disciplinas artísticas.
Lo podemos afirmar –nos gustaría debatirlo porque es importante– en la generalidad ecuménica del sistema predominante, este proceso inicial de acumulación primitiva está ya terminado con todo lo que ello implica.
Pero lamentablemente comprobamos un enorme atraso en la compresión de la economía como ciencia. Es más y salvo aquellos países en que el capitalismo está tomando como centro para su desarrollo y el desarrollo del libre comercio, –China y su entorno– no hay en la tierra –cualquiera que sea la filosofía de gobierno– otra mentalidad que la de un desarrollo de un capitalismo nacional ya sea por la vía del neoliberalismo o del propio capitalismo de Estado.
Un ejemplo dramático es Argentina, donde su vicepresidente la Doctora Cristina Fernández ha afirmado que se deben volcar para adentro tomando el ejemplo de Trump en EE.UU. cuando ellos mejor que nadie, porque han sido saqueados por el capitalismo como modo de producción, están en condiciones de plantearle al mundo un giro radical en la conducta económica de los organismos financieros internacionales. Sigo pensando en que el pueblo argentino eligió lo mejor de lo que disponía. Pero que por sí solo no resuelve la ecuación abierta en su país por la crisis.
Y más ahora que Europa ha aprobado una especie de Plan Marshall sobre la base de emisiones monetarias y ajustes al nivel de vida de la gente pero que en última instancia financia la propia economía mundial sometida monetariamente. Lo mismo está haciendo también con plazos muy cortos EE.UU.
Es esto un ejemplo claro, notorio, urgente, de porque imponer en la lucha de los pueblos la necesidad de una unidad de medida única y universal.
El otro tema tan acuciante como este es el de cómo acceder a los recursos, cuyo control acogota a la humanidad y la asfixia con la rentabilidad capitalista, y hasta ahora los impuestos tienen como objetivo la recaudación sobre las espaldas de la gente permitiéndole al inversor capitalista el libre camino no sólo para invertir desarrollando la producción sino también para especular y fomentar todos las lacras de la humanidad en aras de esa sacrosanta rentabilidad. Rentabilidad o muerte se llegó a decir en el Uruguay.
El nuevo plan, imprescindible, de reactivación de Europa post pandemia, no rompe este círculo vicioso sino que lo exacerba por la forma en que se accede a los recursos y aún con un periodo notorio de reactivación producto de la propia parálisis actual y como efecto «rebote» serán notorios las repercusiones sociales del mismo en el mundo y en la propia Europa, en tanto la ecuación de la rentabilidad capitalista ya está herida de muerte.
El incorporar la economía al mundo de la democracia, es impostergable, y así como la moneda debe ser única y universal los impuestos deben ser sobre la circulación del dinero, haciendo no legal aquello que no esté registrado donde la sociedad democráticamente lo determine, dando muerte a los paraísos fiscales y a los sistemas impositivos basados en el consumo, los salarios y las pensiones.
Un grupo relativamente numeroso de grandes empresarios capitalistas, han solicitado se le cobren impuestos para atender las exigencias que en los presupuestos de las naciones plantean las consecuencias de esta pandemia de la corona virus.
A principios del siglo 20 nació desde la derecha (es un tema en debate) la necesidad de un sistema de seguridad social que atendiera las consecuencias de la lucha de clases en la actividad económica empresarial. Pero eran épocas de acumulación primitiva de un capitalismo en pleno desarrollo. Hoy ya no es así y son necesarios recursos que permitan que el aparato productivo se siga desarrollando no sobre la base de la rentabilidad capitalista sino de la eficiencia empresarial en beneficio de la salud, de la educación, del trabajo, de la seguridad social y de los cuidados del conjunto de la sociedad.
Por eso está bien este propósito, está bien la renta básica universal, pero debemos exigirnos una organización democrática con centro en la economía mundial que ponga el aparato productivo en beneficio de la humanidad.
En ellos es que hay que incluir los cuidados de la salud, con una historia clínica digital de cada uno de los seres humanos que habitamos la tierra, y a la vez exámenes que hoy son económicos y están al alcance de todos, que permita prevenir los avatares de un desarrollo que si no es controlado va a seguir provocando graves coletazos como los de esta pandemia o similares.
No excluyo de esto debates con el propósito de resolverlos, por parte del colectivo, de temas como la deforestación o la incorporación de técnicas como el 5G, que traen de la mano la necesidad de elaboración de un protocolo democrático que atienda todos los tipos de contaminaciones a los que estamos expuestos. Estamos en un mundo de constante aumento –exponencial– de las intercomunicaciones de todo tipo y es bueno que así sea, pero a la vez es necesario atender todos sus riesgos.
También un grupo destacado de intelectuales han expuesto el propósito de separar de la economía central todos los aspectos que tienen que ver con las necesidades urgentes de la gente con el fin de obtener recursos que los atiendan de inmediato.
Me sumo al propósito, pero señalo además que es el momento en que la humanidad debe tomar en sus manos el control democrático de la economía, porque es en definitiva esta ausencia la que determina las graves consecuencias que padecemos.
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 25 de Julio de 2020.