Jubilaciones y/o pensiones.
(Abordando eso gris, que parece la teoría).
Nacieron como las conocemos actualmente como una necesidad dentro del modo de producción capitalista, venían ya en la historia, de la solidaridad, de la atención a sectores menos protegidos de la sociedad, de la rica epopeya de la hermandad entre los seres humanos.
Hoy sufren las vicisitudes del modo de producción predominante y sería en vano analizarlas fuera del contexto pues su «costo» hoy forma parte del costo del sistema, que ya está llegando a los límites posibles de su desarrollo. A ninguno de los asesores empresariales que hoy son casi imprescindibles para el accionar de estas instituciones se les ocurriría calificarlo y tratarlo de otra manera a riesgo de perder su calificado y bien remunerado trabajo.
Sin duda que sobre esto podemos elaborar hermosos discursos, hermosas teorías sobre los derechos humanos, sobre las tradiciones de atención y sacrificio en todos los problemas que la vida del ser humano afronta, pero en definitiva quienes ejercen el poder llegan al final a la ecuación costo‑beneficio, y sobre ella abordan las definiciones.
No es otra la razón del porqué una parte mayoritaria de la humanidad vive en la indigencia y con la carencia de satisfacción en sus necesidades de vida. Al modo de producción predominante le es imposible en las actuales circunstancias sin abandonar esa predominancia atender lo que es una grieta creciente en la mayoría de las sociedades que pueblan el planeta. El capitalismo ya no tiene solución para organizar la sociedad de otra forma. Y conste que durante toda una etapa existió una camada importante de intelectuales y técnicos que aspiraron a una solución con el capitalismo de Estado. En cuyo seno hubo y hay distintas formas de abordar esta problemática y el de la burocratización.
Los funcionarios neoliberales que abundan en el sistema, a veces con disfraces distintos, nos hablan de cómo ajustar costos, o como acostumbrar a la gente a vivir con menos ingresos. O los políticos oportunistas que abundan que nos hablan no de soluciones sino de cómo hacer para en el compromiso abarcativo del conjunto político adormecer el tema. Es un tema grave nos dicen, debemos reunirnos todos y llegar a un acuerdo. Acuerdo para el cual no se les ocurre como dicen en el barrio: «ni una puta idea», y elucubran con las variables sin ir al fondo del problema: los recursos.
¿Por qué en determinada etapa de la historia el capitalismo se dispuso aún a costa de enlentecer su acumulación destinar recursos con este fin? El capitalismo eclosiona su predominancia a partir de la revolución francesa que rompe los diques del feudalismo y proclama, libertad, igualdad y fraternidad. Sintió la presión social que a su vez contradictoriamente al ampliar el mercado dio base a una mayor dimensión para su desarrollo. Explicación que nos lleva a entender el porqué de China y su entorno hoy.
Rápidamente entonces, de acuerdo a como se lo permiten las circunstancias asimila los derechos conquistados por las masas y acelera su camino de desarrollo, transformando millones y millones de la plusvalía en un capital universal, primero por el Estado y luego superando esas fronteras en capitales empresariales universales.
Reconoció todo lo que necesitó reconocer para transitar ese camino. Las masas impusieron conquistas y derechos que hicieron que el capitalismo se fuera adecuando en su desarrollo a las circunstancias que la conquista de esos derechos les imponía. Fue la época del gran desarrollo capitalista y de la que algún desprevenido diría: «es el fin de la historia» o a la que no faltó quién agregara: es el fin de la utopía comunista, aún cuando Joan Manuel Serrat advertía que los pobres se estaban juntando esperando al señor1.
Ningún país por más desarrollado que fuera pudo convertirse en un superimperialismo dentro del capitalismo (Lenin, 1916: «El Imperialismo fase superior del capitalismo»). El centro de este –del capitalismo–, pasó del Reino Unido a EE.UU. y ahora se traslada a China y su entorno. Los gobiernos estatales pasaron a perder facultades frente al desarrollo universal de los conglomerados empresariales multinacionales, que por supuesto nunca han abandonado la pugna intercapitalista que caracteriza al sistema.
Sin embargo, hoy asistimos a una contradicción como lo es la de que en EE.UU. una de las cunas del neoliberalismo capitalista, asume el gobierno una corriente que defiende al capitalismo amurallado, y por otro lado el capitalismo mundial toma como centro y desarrollo del libre comercio a China y su entorno comandado por el Partido Comunista.
Los sistemas de seguridad social, de previsión social, que fueron compatibles con la ideología del capitalismo comienzan a derrumbarse en todo el mundo y la humanidad siente la indefección que su crisis causa. Siente que todo lo logrado está cuestionado, no hay recursos para atender a los problemas de la gente.
En el Uruguay caminando ya el año electoral, todos amenazan con blandir el tema. A su vez todos coinciden en no tener la menor idea de qué hacer, pues es precisamente en el marco de los recursos donde existen las dificultades para comprender que esos recursos deben provenir de la circulación del dinero y que este debe ser medido universalmente. Se entiende pero no se acuerda.
En Europa por ejemplo, el informalismo crece inexorablemente sin solución de continuidad, y las tareas que hoy se deben organizar a través del Estado se hacen doblemente costosas, si de competir con el informalismo se trata.
El debate inaplazable sobre la seguridad social, sobre la previsión social no es otro que el debate sobre la muerte en paz de la predominancia del modo de producción capitalista y tiene que abordar inexorable el valor universal de las mediciones monetarias así como que los impuestos deben ser sobre la circulación del dinero, dando muerte a los paraísos fiscales y a los que se aplican sobre el consumo, los salarios y las pensiones. El inmenso monto que hoy ya se puede recaudar, si se produjera este giro en la economía, no puede ser destinado a engordar los aparatos estatales sino a que el mundo encuentre los mecanismos de administración y gestión que permitan rápidamente administrar y ejecutar, organizando el trabajo de todos los seres humanos en el Planeta, atendiendo, su salud, su enseñanza, y todas sus necesidades vitales. ¿Es posible hacerlo? Si es posible hacerlo ya, existen todos los medios técnicos y científicos. Se necesita como única condición la voluntad política para la cual ya existe una vasta experiencia y un importante bagaje de conocimientos.
La forma de desarrollar el aparato productivo aún sin la predominancia del capitalismo, continuará siendo capitalista aún por mucho tiempo imponiendo la rentabilidad y la eficiencia que los organismos de la sociedad deberán controlar en beneficio de esta. Hasta que la sociedad en su progreso haga el aprendizaje para una organización de la producción superior, como por otra parte ha ocurrido con los modos de producción anteriores.
Seguramente se nos dirá, ¿y mientras tanto?: defender organizadamente todo lo conquistado pero sabiendo que sus límites son cada vez más estrechos y propicios a situaciones trágicas, sino abrimos paso a soluciones como las que hemos marcado.
Seguramente en alguna nota posterior abordaremos el urticante tema de las diferencias en los montos de jubilaciones y pensiones, así como las que existen de notorio privilegio, y no sólo algunas de las militares, que son las que ahora en el Uruguay están en el debate. Y que no es otra cosa que el traslado a la realidad de la seguridad social, de las injusticias que existen en el mundo laboral actual.
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 29 de Marzo de 2019.
Nota:
1Canción Disculpe el señor.
Disculpe el señor
si le interrumpo, pero en el recibidor
hay un par de pobres que
preguntan insistentemente por usted.
No piden limosnas, no…
Ni venden alfombras de lana,
tampoco elefantes de ébano.
Son pobres que no tienen nada de nada.
No entendí muy bien
sin nada que vender o nada que perder,
pero por lo que parece
tiene usted alguna cosa que les pertenece.
¿Quiere que les diga que el señor salió…?
¿Que vuelvan mañana, en horas de visita…?
¿O mejor les digo como el señor dice:
«Santa Rita, Rita, Rita,
lo que se da, no se quita…»?
Disculpe el señor,
se nos llenó de pobres el recibidor
y no paran de llegar,
desde la retaguardia, por tierra y por mar.
Y como el señor dice que salió
y tratándose de una urgencia,
me han pedido que les indique yo
por dónde se va a la despensa,
y que Dios, se lo pagará.
¿Me da las llaves o los echo? Usted verá
que mientras estamos hablando
llegan más y más pobres y siguen llegando.
¿Quiere usted que llame a un guardia y que revise
si tienen en regla sus papeles de pobre…?
¿O mejor les digo como el señor dice:
«Bien me quieres, bien te quiero,
no me toques el dinero…»?
Disculpe el señor
pero este asunto va de mal en peor.
Vienen a millones y
curiosamente, vienen todos hacia aquí.
Traté de contenerles pero ya ve,
han dado con su paradero.
Estos son los pobres de los que le hablé…
Le dejo con los caballeros
y entiéndase usted…
Si no manda otra cosa, me retiraré.
Si me necesita, llame…
Que Dios le inspire o que Dios le ampare,
que esos no se han enterado
que Carlos Marx está muerto y enterrado.
Joan Manuel Serrat.
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